El sufrimiento y la enfermedad, como recuerda en su última firma el abogado y padre de nueve hijos Raúl Gavín, constituyen ocasiones propicias para que meditemos sobre nuestra propia vida. ¡Cuántas familias destruidas se han reconciliado en la sala de espera de un hospital o en un velatorio! La misma Escritura lo subraya expresamente: “Quien ha sufrido en su carne ha roto con el pecado”.
C.S. Lewis afirmaba que el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos. Nuestro compañero estos últimos meses, el famoso COVID-19, ha podido ser este megáfono para muchas personas que vivían sumidas en el pecado, alejadas de Dios y, por tanto, apartadas también de ellas mismas. Dios se está sirviendo de esta desgracia para desparramar su gracia, para que muchos abandonen sus distracciones, sus alienaciones y entren por fin en ellos mismos.
Vivimos un momento favorable para la vuelta a la familia de la Iglesia. “La vida después de la pandemia”, que ilustra el pensamiento del papa Francisco, es un buen libro para situarse y reflexionar sobre ese trayecto, ya que sugiere una dirección para reconstruir un mundo mejor que podría nacer de esta crisis de la humanidad. En definitiva, como apunta el Santo Padre, se trata de sembrar esperanza en medio de tanto sufrimiento y desconcierto.
[button color=»white» size=»normal» alignment=»none» rel=»follow» openin=»newwindow» url=»https://mailchi.mp/57e0ca649cf6/volver_a_casa_el_futuro_despus_de_la_pandemia»]ACCEDER AL BOLETÍN[/button]