Visibiliza a los invisibles. Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 9 de febrero de 2025

Ángel Pérez Pueyo
6 de febrero de 2025

En febrero, las voluntarias de Manos Unidas toman las calles de nuestra Diócesis para contagiarnos a todos de que ¡compartir es nuestra mayor riqueza! La esperanza que nunca defrauda.

Me conmueve profundamente constatar cómo, año tras año, un proyecto solidario, por más modesto que sea, logra visibilizar a aquellos a quienes la humanidad trata de ignorar o silenciar. Los invisibles: los que viven sin pan, sin techo, sin rostro, sin educación, sin voz… son precisamente estos a quienes, con dedicación y amor, las voluntarias de Manos Unidas traen a la luz, haciéndolos visibles, escuchados y esperanzados. Su labor callada pero decidida denuncia la injusta distribución de la riqueza en un mundo marcado por la desigualdad, el derroche y la exclusión social.

Todos somos conscientes de que lo más valioso que podemos compartir es aquello que realmente puede transformar vidas y comunidades. Manos Unidas lo entendió así desde sus inicios, hace más de seis décadas. Sin saberlo, sembraron las semillas de lo que hoy es una de las campañas solidarias más emblemáticas en nuestro país. Desde entonces, cada año, la campaña nos llama a no mirar hacia otro lado frente a las injusticias que golpean a los más vulnerables, y nos recuerda que la generosidad no solo beneficia a quienes reciben, sino que especialmente transforma a quienes dan. De este modo, todos nos vemos «tocados», porque, en última instancia, el amor y la solidaridad nos hacen más humanos, más divinos.

Este año, nuestra campaña se centra en Bolivia, un país que enfrenta grandes desafíos sociales y económicos. El proyecto seleccionado tiene como objetivo mejorar la seguridad alimentaria en la comunidad de Montegrande, beneficiando directamente a 80 familias (unas 300 personas). Estas familias sufren dificultades en su producción agrícola, que no es lo suficientemente diversificada ni rentable para cubrir sus necesidades alimenticias básicas. Por ello, el proyecto se enfoca en la gestión sostenible de los recursos naturales, especialmente el suelo y el agua, con el fin de mejorar la producción agrícola a través de prácticas agroecológicas. El objetivo es recaudar 86.732 euros.

Con este gesto de solidaridad contribuimos humildemente a sembrar esperanza y perfumar la vida ajena. Así actuaba Jesús, llevando la Buena Noticia a los pobres, dando libertad a los cautivos, sanando a los ciegos y liberando a los oprimidos. Y así, con el mismo espíritu, las voluntarias de Manos Unidas continúan este camino de esperanza y de justicia.

Esta campaña no se limita a una acción puntual. Gracias al equipo de coordinación diocesano, a las voluntarias, a los colaboradores y a quienes donan su tiempo, esfuerzo o recursos. Vuestro compromiso hace posible que muchas vidas, a menudo invisibles, encuentren un rayo de esperanza. Gracias por hacer visible el sufrimiento de los más necesitados y por financiar un proyecto solidario que traerá un futuro más justo aunque nunca puedan agradecértelo personalmente, sentirás la solidaridad que les brindas y encontrarás una satisfacción profunda, porque saber que has ayudado a otro ser humano, aunque sea de manera anónima, es lo que realmente nos llena de felicidad.

Con mi afecto y mi bendición,

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

 

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