‘La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social’ y ‘El ministerio sacerdotal en Cáritas’ son los dos libros del sacerdote de Teruel Vicente Altaba que han sido traducidos al inglés y al francés tras suscitar el interés de Cáritas Internacional. Ahora ya están en todas las Cáritas del mundo.
¿Cómo explica este interés por parte de Cáritas Internacional?
Hay poca bibliografía sobre estos temas aunque parezca raro, poco escrito sobre el ministerio sacerdotal en Cáritas y sobre la espiritualidad que mueve a la acción caritativo social. Por otra parte, Cáritas Internacional (CI) hace tiempo que está queriendo trabajar en esta línea, en unir la capacitación profesional de sus trabajadores con la espiritualidad y el cuidado de la identidad propias. Además, CI valora muchísimo el trabajo que está haciendo Cáritas Española: “La que mejor ha logrado conjugar estas dos dimensiones de la capacitación técnica y el cuidado de la identidad y espiritualidad es Cáritas Española”.
¿La espiritualidad es un modo de ver la vida?
La espiritualidad no solo es un modo de ver la vida, es un modo de vivirla. La espiritualidad para los que trabajamos en Cáritas es una manera de ver la acción caritativa y social y una manera de afrontarla. Benedicto XVI decía que Cáritas es un corazón que ve. Nosotros decimos que es la mirada de la realidad social desde el corazón de Dios, mirar como mira Dios y afrontar los problemas como lo haría él.
La espiritualidad se consigue… ¿rezando?
La espiritualidad se consigue de muchas maneras. Me agrada la pregunta porque hay mucha confusión en torno al tema. Por eso publiqué un libro sobre la espiritualidad, porque es lo que da fundamento, motivación y sentido a nuestra acción. Hoy hemos de ser conscientes de que no toda espiritualidad sirve para el compromiso caritativo y social. De hecho, el papa lo ha dicho explícitamente en Evangelii Gaudium: “No sirven las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social ni sirven las praxis sociales sin una profunda espiritualidad”. En la actualidad hay mucha espiritualidad disociada del compromiso, de la praxis y, a veces, los que estamos muy metidos en ella, tenemos el riesgo de descuidar la espiritualidad. Nos preocupa que hay muchas ofertas de cursos, de experiencias de espiritualidad que no sirven para el compromiso caritativo social.
¿Por dónde hay que empezar a trabajar?
Los obispos en la instrucción pastoral ‘Iglesia, servidora de los pobres’ (2015) nos dicen que necesitamos profundizar en una espiritualidad, puntualizando que no cualquiera sirve para la acción caritativo social. A veces buscamos unas místicas que son muy complacientes, que buscan el encuentro con uno mismo, la paz interior, la armonía con el yo, que al final son pura autorreferencialidad. Pero esas no sirven.
¿Cuál sirve?
Los obispos marcan las características de la espiritualidad que debemos cultivar: una espiritualidad trinitaria, que dé fundamento a la dignidad de la persona humana y al sentido de comunidad; una espiritualdad histórica, que nos ayude a vivirla en medio de la historia, en el aquí y en el ahora, sin escapar del momento en que vivimos; una espiritualidad encarnada, que asuma toda la realidad humana y social y política tal como la vive el hombre hoy; una espiritualdiad transformadora, que vaya a la raíz de los problemas, una espiritualidad de la ternura que apueste por los débiles, por los frágiles; una espiritualidad eucarística, una vida que se entrega; y una espiritualidad pascual, que ofrezca horizontes de esperanza. Esto no quiere decir que no podamos utilizar elementos de otras espiritualidades que nos puedan ayudar, pero siempre que esos elementos no eliminen u oculten lo original y propio de nuestra espiritualidad cristiana.
Su libro ‘El ministerio sacerdotal en Cáritas’ también ha generado un gran interés. ¿El servicio al necesitado es cosa de todos, incluidos los sacerdotes?
La caridad no es opcional en una comunidad cristiana, sino que es dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia y por eso lo es del sacerdote. Es más, el sacerdote siempre tiene que hacer visible que la caridad es obra de la comunidad y no solo de unas personas. Este es otro de los retos de la acción caritativo social, que el sujeto de la caridad no es un grupo de personas, no es Cáritas diocesana, es la comunidad eclesial. Si el sacerdote no está implicado en esto, se llega a disociaciones peligrosas: separar Iglesia del culto e Iglesia de la caridad y eso es desvirtuar el culto y la caridad.
¿Qué más retos tiene Cáritas?
Primero, vivir una caridad iluminada por la verdad y al servicio del desarrollo integral. Hoy vivimos un relativismo generalizado, en el que hasta las mismas palabras más usuales en el campo de la caridad están vaciadas de sentido. Otro reto sería alcanzar una caridad más transformadora de las personas y de las estructuras, que no solo cubra primeras necesidades, sino que ataque la pobreza en su raíz, para transformar la realidad social.