El Domingo de la Palabra de Dios es una iniciativa profundamente pastoral con la que el papa Francisco quiere hacer comprender cuán importante es en la vida cotidiana de la Iglesia y de nuestras comunidades la referencia a la Palabra de Dios, una Palabra no encerrada en un libro, sino que permanece siempre viva y se hace signo concreto y tangible. Con motivo de esta jornada, cuyo lema es “Espero en tu Palabra” (Sal 119,74), conversamos con el sacerdote Raúl Romero, autor de la Lectio Divina y de la sección Salmos para el cristiano de hoy, en la web de Iglesia en Aragón.
Dialogar con Raúl Romero, sacerdote de la diócesis de Tarazona y autor de la Lectio Divina en la web de Iglesia en Aragón, es aprender de un sabio. De su experiencia en la misión de Cochabamba (Bolivia) aprendió que la Palabra puede hacerse milagro. Su iniciativa lleva más de treinta años dando fruto. Tras su paso por el Seminario como rector, inició hace una década la labor de dar a conocer la Palabra de Dios a través de nuestro portal en internet. «Siempre he tenido afición por la Biblia», confiesa, aunque fue a partir del Concilio Vaticano II, con la Constitución Dogmática Dei Verbum, cuando tomó conciencia de la importancia que tenía la Palabra como «fuente de la vida cristiana» o, como la denomina también, «el mejor libro de oración». Las palabras de aquellos padres conciliares -«Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía»- resuenan cada semana en su estudio, donde elabora cuidadosamente las reflexiones y comentarios al Evangelio de cada día.
Rezar la palabra
Raúl Romero elabora la Lectio Divina tras un proceso de introspección. «Me gusta reflexionar los comentarios. Hacerlos míos. Un buen comentario ha de salir de dentro», nos cuenta con el entusiasmo de quien valora su trabajo. Una tarea acompañada siempre de la oración. «Hay que rezar la Palabra. Pasarla por la oración», indica.
Sed de dios
Convencido de que la propagación de la Lectio Divina traerá una «nueva primavera espiritual» para la Iglesia, como dijo Benedicto XVI, Raúl Romero habla con pasión misionera de este impagable trabajo que cada semana aprovechan miles de personas de todo el mundo. «Es bonito comprobar cómo en este mundo secularizado hay tanta gente con sed y hambre de Dios, tantas personas que andan buscando», apunta. Aunque también admite estar algo asustado con tanto éxito (el pasado domingo, su entrada superó las 14.000 visitas). «Soy un privilegiado, no me lo podía esperar», reconoce este sacerdote cuya voz afable se vuelve apasionada cuando le pedimos que nos aconseje para vivir la Lectio Divina. «La palabra es como ese río de aguas curativas que encontramos en Ezequiel 47. Tenemos que dejar que esa agua de la Palabra nos arrolle. Dejar que Dios nos invada y tome la iniciativa», subraya Romero, para quien «la contemplación no ha de quedarse en sí misma». En esta fase final de la Lectio Divina, aceptamos como don de Dios su propia mirada al juzgar la realidad, y nos preguntamos: ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor?.
Palabra viva
El Jubileo nos llama a tener fija la mirada en la esperanza que lleva consigo el realismo evangélico. O, como diría Raúl Romero, «hay que descubrir vivencialmente la Palabra de Dios». Esta jornada permite una vez más a los cristianos reforzar la invitación tenaz de Jesús a escuchar y custodiar su Palabra para ofrecer al mundo un testimonio de esperanza que consienta ir más allá de las dificultades del momento presente. La Palabra de Dios no se encuentra limitada a un libro, sino que permanece siempre viva y se hace signo concreto y tangible. De hecho, provoca a cada comunidad no solo a anunciar la fe de siempre, sino, sobre todo, a comunicarla con la convicción que lleva esperanza a cuantos la escuchan y acogen con corazón sencillo.
Un comentario
Gracias, padre. Tú guías mis pasos.