PRESIDIÓ LA CELEBRACIÓN DON ÁNGEL PÉREZ PUEYO, OBISPO DE BARBASTRO-MONZÓN
La suelta de ganado, una tradición ancestral que se conserva entre vecinos de Fanlo, Vió, Ceresa, Oncins, Boltaña, Sarvisé, Fiscal y otros pueblos de la zona, contó el viernes 7 de julio con la presencia del obispo de Barbastro-Monzón, don Ángel Pérez Pueyo, que acompañado por los sacerdotes José Alejo y Fernando Juste, presidió la santa misa en los accesos a Ordesa y bendijo 5.000 ovejas y unas 700 vacas. De allí, el ganado emprendió rumbo a Llanos de Tripal, donde estará hasta mediados de octubre.
Pérez Pueyo compartió “la suelta” con 250 vecinos. “El aliciente de este año es que ha subido el obispo. Su presencia nos parece ideal en una jornada importante en la que se recuenta el ganado y se bendice antes de subir a los pastos”, explica el alcalde de Fanlo, Horacio Palacio, quien advierte que “el número de rebaños ha bajado de manera considerable si lo comparamos con otras épocas”.
Pese a ello, según el prelado, siempre es bonito volver a las raíces: “Mantenemos viva la tradición en un templo natural, como es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, pero con un componente de trascendencia, viendo cómo Dios nos ayuda a dar sentido a todo lo que hacemos”. Allí, entre las montañas, se recordó a los difuntos de todo el valle. “Empecé la celebración alabando a nuestros abuelos y antepasados. Porque en torno a este tipo de romerías que organizaban durante todo el año, lo que hacían era dar gracias a Dios”, apunta el obispo de Barbastro-Monzón.
Ojalá seamos como el perro dócil y bueno que sirve al pastor
La participación en la suelta de ganado se enmarca entre las acciones de la visita pastoral que monseñor Pérez Pueyo está realizando. “Quiero ver la diócesis con vuestros ojos”, dice en los pueblos, que visita casa por casa prestando especial atención a la feligresía más anciana, envejecida, sola: “Al igual que hacen los pastores, mi labor es ir donde está cualquiera de nuestras ovejas, de nuestros fieles, aunque ello exija llegar a todos los rincones”.
Una de las visitas más emotivas fue la de Consuelo, que con 90 años es la vecina más vieja de la zona. “Cuando fui la primera vez, me dijo: «¿Y has venido de propio?». Me dio un beso tan fuerte que casi me tira”, recuerda con alegría el obispo, cuyo anillo –también el pectoral, igual que el del papa Francisco– está marcado por el símbolo del buen pastor, con la oveja perdida y descarriada.
“¿Quién fuera perro del buen pastor?”, se pregunta Pérez Pueyo, aprovechando la metáfora de las ovejas: “A nosotros nos toca ir delante del ganado, impulsándolo para que avance, rejuntándolo para que no se disperse. Ojalá seamos como el perro dócil y bueno que sirve al pastor, Jesucristo, para conducir la grey”.
Ángel Huguet y José Mª Albalad