Uno de cada tres niños que vive fuera de su país de nacimiento es un refugiado

José María Albalad
8 de enero de 2017

JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO

La Iglesia urge a realizar todos los esfuerzos posibles para que la acogida de los menores migrantes sea digna, tanto en los centros como en las familias.

“Menores migrantes, vulnerables y sin voz”. Así reza el lema de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que la Iglesia celebra el domingo 15 de enero con el reto de combatir la indiferencia de la sociedad y garantizar los derechos fundamentales de los menores de edad. Porque, como explica el papa Francisco, los niños migrantes “son quienes más sufren las graves consecuencias de la emigración, casi siempre causada por la violencia, la miseria y las condiciones ambientales, factores a los que hay que añadir la globalización en sus aspectos negativos”.
Acogida digna
Según datos de Unicef, 31 millones de niños viven fuera de sus países de nacimiento, de los que once millones son refugiados y solicitantes de asilo. Por este motivo, los obispos responsables de la Comisión Episcopal de Migraciones urgen a realizar “todos los esfuerzos posibles para que la acogida sea digna”. El objetivo, insisten los obispos españoles, es que los menores “puedan disfrutar de los medios necesarios para desarrollar su personalidad y superar los traumas que han dejado en ellos las circunstancias de la inmigración”.
Una preocupación especial suponen las niñas víctimas de trata con fines de explotación sexual: unas 45.000, recoge un informe de la organización Save the Children, que alerta también de los niños que viajan sin nadie que les cuide -menores extranjeros no acompañados- y la situación particular de la infancia refugiada.
Integración social y eclesial
Las diócesis de Aragón tratan de hacer frente a esta realidad mediante una integración social y eclesial. “La Iglesia no puede cerrar los ojos ante este fenómeno tan acuciante”, apunta la delegada de Migraciones de Zaragoza, Emilia Alonso, quien recuerda la acogida que promueve el Evangelio: “Fui forastero y me acogisteis”.
A lo largo del año se organizan jornadas de sensibilización, un encuentro interdiocesano de delegados, una oración en Cuaresma, una vigilia contra la trata de seres humanos, un festival de villancicos y una oración por los inmigrantes fallecidos, entre otras cosas. Asimismo, en el caso de la capital aragonesa, hay eucaristías en inglés, francés, rumano, chino y español -para latinos- con el objetivo de facilitar la integración.
[divider]UN SIGNO DE LOS TIEMPOS[/divider]
El papa Francisco advierte de que la inmigración es “un signo de los tiempos”, en el que, pese a los dramas y tragedias, hay que “reconocer el plan de Dios con la certeza de que nadie es extranjero en la comunidad cristiana”. Para ello, propone:
  • Adoptar todas las medidas que aseguren a los niños protección y defensa.
  • Que los inmigrantes cooperen estrechamente con las comunidades que les acogen.
  • Aprovechar la fuerza de las comunidades eclesiales, que se revela sobre todo cuando hay oración y comunión en la fraternidad.
  • Fomentar planes adecuados de cooperación acordados entre los países de origen y los de acogida, para eliminar las causas de la emigración forzada de los niños.
  • Impulsar el compromiso de toda la comunidad internacional para acabar con los conflictos y la violencia que obligan a las personas a huir.
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