Más de un centenar de personas de los cinco arciprestazgos de nuestra Diócesis, movidos por una gran fe y con mucho ánimo, han participado este año en la Javierada, que tuvo lugar el sábado, 16 de marzo.
Niños, jóvenes y familias tomaron parte con entusiasmo en la peregrinación desde Sangüesa hasta Javier. Todos fueron rezando el Viacrucis, cantando y caminando llenos de entusiasmo durante nueve kilómetros de distancia.
Feligreses que el año pasado vivieron su primera Javierada y han vuelto con más personas gracias a su testimonio; otros que ya han vivido este encuentro de fe año tras año y algunos que ya en su primer acercamiento quieren repetir la experiencia, representan el testimonio que nos deja esta peregrinación tan entrañable que, después de la pandemia, está volviendo a despertar interés.
Pedimos para que nos hiciera un clima agradable para disfrutar de esta jornada, y así fue. Los 21 grados facilitaron el andar de los más de 17.000 peregrinos que nos congregamos esta vez.
Salimos de «nuestra zona de confort», como nos dijo el Arzobispo de Pamplona-Tudela, Mons. Florencio Roselló, quien nos mostró a San Francisco Javier como aquel que dio la vida y la proporcionó a quienes trató en su misión. De la misma manera, así estamos nosotros: llamados a dar vida a quienes nos rodean.
No podemos olvidar a las personas mayores que nos acompañaron y que esperaron nuestra llegada a Javier, en especial don Tomás López que, nuevamente, nos brindó su presencia. Este año los sacerdotes de nuestra Diócesis, Iván Rodas y Rodrigo Montoya, el delegado de Juventud y nuestro seminarista Vicente fueron representantes del acompañamiento de las parroquias, realidad que el Arzobispo don Florencio destacó al finalizar la Santa Misa.
San Francisco Javier nos sigue llamando a vivir una experiencia diocesana que año tras año va creciendo.
Pedimos al Señor que aumente la participación para el próximo año y que nos permita vivir nuestra fe unidos a tantas personas con las que escuchamos la voz de Dios y con las que compartimos la devoción de estar cerca de este gran santo misionero.
Que Dios nos siga dando este espíritu misionero que movió a San Francisco Javier y que la llamada de levantarnos a caminar por Cristo sea un motivo de fortaleza en nuestras vidas.
César Gómez.
Delegado de Infancia, Adolescencia y Juventud de la Diócesis de Tarazona