“Todos los documentos de un archivo tienen un valor que es incalculable”

Marta Latorre
1 de julio de 2019

Iglesia en Aragón ha visitado el Archivo Biblioteca de la Catedral de Tarazona para que el canónigo archivero, D. Miguel Antonio Franco, nos acerque a esta otra joya de la seo turiasonense. Al llegar nos encontramos con un espacio moderno, con instalaciones dotadas de sistemas de seguridad, que cuenta con las condiciones adecuadas de temperatura y humedad para la conservación de todo lo que cobija. Dispone de dos salas preparadas para guardar documentos y libros, mesas de trabajo para investigadores -perfectamente equipadas con ordenadores- y una sala de reproducción de documentos.

El Archivo de la Catedral de Tarazona cuenta con 168 manuscritos y 258 incunables y alberga una parte musical que está considerada como uno de los mejores archivos europeos de música polifónica religiosa del s. XVI.  La biblioteca se compone de 3.700 volúmenes de todo tipo de temática. El documento más antiguo con el que cuenta  el Archivo Biblioteca es de 1196 y es una concordia entre el Cabildo Turiasonense y la diócesis de Sigüenza. El más moderno la bula de nombramiento episcopal del actual obispo, Mons. Eusebio Hernández Sola.

-¿En qué año nace el archivo?

El archivo nació en el mismo año que se consagró la Catedral. Para que un templo sea considerado catedral lo primero que tiene que tener es un archivo, así que estamos hablando de mediados del siglo XIII.

-¿Qué tipo de documentos podemos encontrar?

El archivo realmente tiene dos partes. Se habla siempre de archivo, pero es un Archivo Biblioteca. Por una parte, está la biblioteca que contiene 3.700 volúmenes y ahí hay de todo: manuscritos, incunables y documentos actuales.  Es una biblioteca clausurada. Es decir, no está abierta al público, no se hacen préstamos, prácticamente no se reciben títulos ni hay contacto con otras bibliotecas.  Eso sería lo que conocemos como biblioteca y, después, está el archivo que se divide en la parte documental y lo que llamamos el archivo musical, que es la zona más importante de todo el archivo.

-Este archivo, el musical, está considerado como uno de los mejores de Europa.

Si, es una parte bastante importante. Es sorprendente para una diócesis tan pequeña como esta. Hay autores que lo califican como uno de los mejores archivos de Europa e, incluso algunos, dicen que del mundo. Sobre todo por la parte de música renacentista. Destaca el Manuscrito 2-3 -uno de los manuscritos musicales más importantes del Renacimiento español y la fuente más rica conservada de polifonía religiosa hispánica- del que solo hay otra copia más en el mundo en la Catedral de Colonia, que recoge la música de la corte de los Reyes Católicos. Este sería el “buque insignia” de esta parte, pero hay más   música renacentista con gran valor en este archivo.

 

Del resto de documentos que podemos encontrar aquí, ¿cuál destacaría?

Todos los documentos tienen realmente un valor destacable. Hay gente que cuando viene a visitar el archivo pregunta por el precio de algún documento. Pues lo valen todo y no lo valen nada. Porque aunque algo cueste  un millón de euros nadie se mueve de su casa para ir a verlo, o nadie va a venir a investigar un documento porque cueste esa cantidad. Realmente estos documentos no tienen un valor material, sino histórico. Por eso cada documento tiene un valor y ese valor es incalculable. A parte de que hay algunos que históricamente son muy importantes los que, digamos, son de segunda categoría también tienen su valor. Luego  tiene mucho que ver el gusto de cada uno, sus preferencias. A mí particularmente me gusta mucho la carta que escribe Cristóbal Colón a los Reyes Católicos comunicándoles el descubrimiento de América por todo lo que significa. Pero como digo va en gustos. Por ejemplo, para la historiadora de la música, Tess Knighton, cuando vio el Manuscrito 2-3, al que había dedicado toda su vida, se emocionó hasta las lágrimas. Obviamente, esa era la obra con más valor para ella. O un grupo de judíos de Nueva York que nos visitó y tuvo la ocasión de contemplar las guardas con fragmentos de la Torá  de los sefarditas. Para ellos sin duda  ese era el documento más valioso.

– ¿Y el más curioso?

Hay bastantes.  Hay uno que a mí me lo parece especialmente  y  que contiene las cartas de la Venerable María Jesús de Ágreda que se carteaba con el rey Felipe;  por una parte estaba la carta de la Venerable y, por el otro lado, la contestación del monarca. Son documentos muy curiosos y, desde el punto de vista histórico, muy valiosos porque reflejan cosas importantes de la época. Algo que a mí como historiador de la Iglesia me llamó especialmente la atención es que tenemos un incunable de un teólogo protestante, publicado a los pocos años de que Lutero se alzara contra la Iglesia. Me sorprende que llegara a Tarazona un documento de estas características.

-En cuanto a la temática de lo que aquí se conserva ¿qué podemos encontrar?

Tenemos  libros religiosos, de filosofía, de astronomía, de derecho… Por ejemplo, de derecho tenemos el Digesto completo (una obra jurídica publicada en el año 533 d.C  por el emperador Justiniano), cosa que no es habitual, y que además descubrimos hace relativamente poco gracias a un grupo de profesores universitarios de la Universidad Juan Carlos I, que vinieron a participar en los Cursos de Verano que se organizan todos los años.  De hecho, lo hemos restaurado. Yo siempre digo que el gran fondo bibliográfico con el que contamos se debe al gran nivel académico de los canónigos que pasaron por esta Catedral. Aquí tenemos libros de Averroes, Platón, Aristóteles… Estaban a la última.

Yo siempre digo que el gran fondo bibliográfico con el que contamos se debe al gran nivel académico de los canónigos que pasaron por esta Catedral. Aquí tenemos libros de Averroes, Platón, Aristóteles… Estaban a la última.

– Los documentos y libros que se encuentran en este espacio son muy antiguos y alguno se habrá restaurado. ¿Cómo se lleva a cabo esta tarea?

Si, claro que hay documentos restaurados. Desde que yo estoy de canónigo archivero, las restauraciones han sido realizadas por la Diputación Provincial de Zaragoza, y anteriormente también, y luego ha habido alguna restauración privada. Se ha notado bastante la clausura de la Escuela de Restauración de la DPZ. Esperemos que la vuelvan a abrir porque el servicio que prestaba a la sociedad era muy importante y con magníficos profesionales.

– La digitalización es un paso que todos los archivos realizan y que a día de hoy parece necesario e imprescindible. ¿Hay muchos documentos digitalizados?

Gracias a un convenio con la DPZ hay algunos documentos que están digitalizados. Aproximandamente, un veinte por ciento del archivo está digitalizado. Hay que seguir con ello porque es una manera de que el documento no sufra.

– La catedral ha estado muchos años cerrada y luego mucho tiempo en obras ¿qué pasó durante ese tiempo con los fondos del archivo?

Lo primero que se restauró fue precisamente el archivo. Y los canónigos archiveros que me precedieron, D. Manuel Tello, D. Juan Cruz Martínez, D. Ignacio Cánovas…, realizaron una gran labor de transición de un archivo-biblioteca, que estaba prácticamente sin tocar desde el siglo XVI, a un archivo del siglo XX. Y luego se restauró y se cerró y no se volvió a abrir hasta aproximadamente un año y medio antes de la inauguración de las obras de la Catedral en el 2011. La Asociación de Amigos de la Catedral también colaboró mucho en este periodo.

-¿Quiénes utilizan los servicios que ofrece este espacio?

Normalmente, suelen venir investigadores de universidades, especialistas o curiosos. Hace poco vino un señor interesado en un canónigo de su pueblo que estuvo en la catedral en el siglo XVIII, con muchos problemas porque no estaba ordenado como sacerdote, se enfrentó con todo el mundo y al final acabó suicidándose. Algo muy trágico y muy novelesco. Este señór no era especialista pero tenía esa curiosidad y estuvo investigando. Aunque hay que tener unos mínimos conocimientos, lo principal es la paciencia para buscar y buscar.

-¿Qué pasos hay que dar si alguien quiere venir a consultar un documento o a realizar una investigación?

Ponerse en contacto conmigo a través del obispado o de la Fundación Tarazona Monumental. Pueden mandarme un correo electrónico solicitando lo que desean y yo les contesto diciendo si está o no está.

-¿Le gustaría que vinieran más investigadores al archivo?

Si, la verdad. Lo que ocurre que ahora hay mucho material que ya está en Internet, y la gente te pide fotografías. Ir a visitar un archivo es cada vez más inusual. A mi me parece un error porque creo que el archivo contextualiza mucho. Estás buscando algo pero esa búsqueda te puede llevar a encontrar otros datos de mucho interés. Investigar en un archivo es muy importante porque puede ser muy fructífero y ver “in situ” un documento puede aportar mucha información. Si ves la marca de agua o el tipo de papel empleado puedes saber si es un original o una copia o  la fecha de creación, algo que en una fotografía no se puede apreciar.

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