Todo me sabe a «poco» si no me entrego «del todo»

Raúl Romero López
25 de febrero de 2019

                             SALMO 9-10

(Descarga aquí en pdf el comentario completo)

                                Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

                         proclamando todas tus maravillas;

                         me alegro y exulto contigo

                         y todo en honor de tu nombre, oh Altísimo.

                         El será refugio del oprimido,

                         su refugio en los momentos de peligro.

                         Confiarán en ti los que conocen tu nombre,

                         porque no abandonas a los que te buscan.

                         Tañed en honor del Señor, que reside en Sión,

                         narrad sus hazañas a los pueblos;

                         “Señor, Tú escuchas los deseos de los humildes”

                         El no olvida jamás al pobre,

                         ni la esperanza del humilde perecerá.

                         Levántate, Señor, que el hombre no triunfe:

                         sean juzgados los gentiles en tu presencia.

                         Señor, infúndeles terror,

                         y aprendan los pueblos que no son más que hombres.

                         ¿Por qué te quedas lejos, Señor,

                         y te escondes en el momento del aprieto?

                         Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,

                         les prestas oído y los animas;

                          tú defiendes al huérfano y al desvalido:

                         que el hombre hecho de tierra

                         no vuelva a sembrar su terror.

INTRODUCCIÓN

El salmo emplea el artificio alfabético en su composición. Cada dos versos, la primera palabra coincide con una letra del alfabeto (en hebreo alefato). El texto hebreo lo presenta como si fueran dos salmos distintos. Y no le faltan razones: el tono de ambos es distinto. En el primero predomina el tono hímnico y en el segundo el de lamentación. Pero el texto griego de los Setenta lo considera un solo salmo. Y hoy día los autores están a favor de su unidad. Todo el salmo es oración y poesía. Su lógica se encuentra en el terreno emocional. La parte hímnica y de lamentación no se excluyen: el himno abre el camino a la súplica, tornando a Dios propicio y creando en el orante la convicción que se requiere para pedir.

 

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN DEL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO.     

¡Qué hermoso es dar al Señor todo el corazón, sin reservas!

El salmista da gracias a Dios antes de que Dios le conceda lo que pide. Y esto supone una total confianza en su Dios. También Jesús dio gracias a su Padre antes de realizarse el milagro de la resurrección de su amigo Lázaro (Jn 11, 41- 42). Y esta acción de gracias es “de todo corazón”. Y esto es algo que nosotros nunca solemos hacer. Pedimos “de todo corazón” cuando necesitamos algo urgente. Gemimos “de todo corazón” cuando estamos muy apurados, en situación límite. Pero no solemos dar gracias a Dios con  “todo el corazón”.

 

Más que los “dones de Dios” nos debe interesar el “Dios de los dones”

El salmista se alegra “con su Dios”. Lo que le hace feliz es Dios mismo.

Parece decir: me pueden quitar todo. Con tal de que no me quiten a Dios yo seguiré feliz. Es lo que afirma el profeta Habacuc:

“Aunque la higuera ya no echa yemas

y las viñas no tienen fruto.

Aunque el olivo olvida su aceituna

y los campos no dan cosechas;

aunque se acaban las ovejas del redil

y no quedan vacas en el establo,

yo exultaré con el Señor,

me gloriaré en Dios, mi Salvador”.   (Hab 3, 17- 19)

 

Una bonita réplica a nuestras oraciones tan mezquinas e interesadas.

 

Dios jamás abandona a los que le buscan.

Notemos que el texto no dice “no abandonas a los que te encuentran”, sino a los que “te buscan”. Todos aquellos que trabajan por la paz, la justicia; tanta gente buena que lucha  por crear un mundo más fraterno… van buscando a Dios. Y, como dice San Agustín, “no le buscarían si ya no le hubieran encontrado”.

 

Dios nunca  olvida al pobre

Los pobres tienen un destino feliz. Ellos se han acordado de Dios y Dios se ha acordado también de ellos. Han quedado envueltos en un recuerdo amoroso.  En definitiva hay que saber “fiarse de Dios”. El reto que supone para nosotros la vida eterna, hay que hacerlo desde el amor. Hay que dejar al amor la última palabra. “Grandes aguas no pueden apagar el amor” (Cant 8, 7). El amor es más fuerte que la muerte. Los pobres no tienen dinero, no tienen casa, no tienen escuelas, no tienen hospitales, pero conservan el tesoro de su corazón, henchido de amor. De éstos, Dios nunca se olvida.

 

Los hombres, por más que se los crean, no son más que hombres.

Cuando Dios se levanta, es decir, cuando Dios interviene y aparececomo Dios, entonces se revela lo que es el hombre: puro hombre, es decir, pura fragilidad: “Una caña pensante” (Pascal). “El soberbio es ridículo titán enano” (V. Hugo). “Se humillará la altivez del hombre y se bajará la altanería humana, será exaltado Yavé en aquel día” (Is 2, 7).

 

No es lo que está roto Dios

ni el campo que Él ha creado;

lo que está roto es el hombre

que no ve a Dios en su campo.

(Himno litúrgico)

 

No soportamos el silencio de dios.

El silencio de Dios desconcierta al salmista y también a nosotros. Los malvados prosperan. En cambio los buenos son  afligidos. Esta es la trágica experiencia que está viviendo el pueblo judío y también nosotros, los cristianos. Y decimos: ¿Dónde está Dios? No obstante, el salmista jamás dudará de Dios, ni de su existencia. Está seguro que, al final, Dios romperá el silencio y hablará. Y nosotros, los cristianos, ¿ya tenemos esa fe de los judíos?

 

La insolencia del ateo: No hay Dios que me pida cuentas.

 En este salmo se trata de un ateísmo de tipo práctico. Un ateísmo de tipo teórico es impensable en este tiempo y en esta cultura. Pero sí  aparece Dios  “fuera de la historia”. Como si a Dios le fuera  indiferente todo lo que acontece en nuestro mundo. Está en su cielo y no le interesa lo que ocurre en nuestro planeta. Así piensan los enemigos.

 

 Dios actúa en la historia. 

El Dios bíblico no es un Dios pasivo, indiferente, inoperante. Por un tiempo guarda silencio, después habla, grita, actúa. Aquel Dios que está en los cielos tiene su mirada puesta en la tierra. Sus pupilas miran, observan lo que está pasando. Quiere mirar de cerca las penas y trabajos de sus fieles. No se ha olvidado ni desentendido. Puede decir con el Ps 56, 9: “De mi vida errante llevas Tú la cuenta, recoge mis lágrimas en tu odre”.

 

Que el hombre hecho de tierra no vuelva a sembrar su terror

El salmista termina con una sabia advertencia: ese hombre débil y frágil, hecho de barro,  si no cuenta con Dios, puede hacer estragos.

  

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

 + Jesús ha participado del gozo de la alabanza. “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra”. (Lc. 11,1).

+ Sobre el silencio de Dios:

 “ Señor, oportunamente te alejas y permites nuestras tribulaciones para inflamar  nuestra alma con el deseo de tu retorno”  (San Agustín).

“El verdadero ateo es el que no cree que Dios puede cambiar este mundo…es el que no espera ya nada de Dios en la historia de los hombres. Quien reniega del “aquí” del hombre, reniega del “más allá” de Dios. (K.

Barth).

 

ACTUALIZACIÓN  DEL SALMO.

 En Europa y en concreto en España, estamos padeciendo un tiempo de “increencia”.  Esto no sólo se da en las Universidades sino que ha entrado con tal fuerza en la sociedad que se ha instalado en nuestras propias casas. Si a uno de nuestros jóvenes que viven con nosotros, le sacamos un tema religioso, lo normal es que nos conteste: “Yo, tío, de eso paso”.   Lo grave es que un  ateísmo de tipo práctico conlleva unas terribles consecuencias de tipo moral. Me voy a limitar a exponer algunas que nos pone este mismo salmo:

 

1.- Son personas orgullosas.

 Dicen: “YO NO VACILARÉ”. (V.27). Lo propio del hombre es dudar y vacilar. También errar y equivocarse. El estar anclado en la verdad sin temor a equivocarse es privativo de Dios.

Dicen:

”YO JAMÁS  SERÉ  DESGRACIADO” (V.27). Es otra bravuconada. ¿Qué persona sensata se atreve a decir que no va a sufrir alguna desgracia a lo largo de su vida?

 

2.- Los grandes perdedores son los pobres.

 Según el salmo, estos que no creen que Dios interviene en la historia hacen cosas como éstas:

  • “Su boca está llena de maldiciones” (28)
  • “su lengua encubre maldad y opresión” (28)
  • “Se sienta al acecho para matar a escondidas al inocente” (29)
  • “acecha al desgraciado para robarle” (30).

Cuando se pierde a Dios, como fundamento de  nuestra conciencia moral, se pueden cometer todo tipo de atropellos,  especialmente contra aquellos que no se pueden defender.

 

 3.- Cuando se pierde el horizonte de Dios, la vida pierde su sentido.

 Y cuando se pierde el sentido de la vida, la vida no vale nada. De ahí al suicidio sólo hay un paso. Lo bonito de nuestra fe es que con Jesús nos llega el sentido de la vida y la alegría de vivir.

Preguntas

          1. ¿Sé dar a mi vida un sentido de trascendencia o me resigno a una vida meramente humana y mortal?

 

  1. ¿Es mi grupo cristiano, mi comunidad, un nido sobre el que revoletea la

presencia  viva, serena y caliente de Dios-Padre? ¿En qué se nota?

 

  1. Con mi vida de fe, ¿sé despertar en las personas el sentido de Dios?

 

ORACIÓN.

 “Te doy gracias, Señor, de todo corazón”

Hoy quiero comenzar mi oración dándote gracias. Tengo muchos motivos

para  hacerlo: además de las maravillas que has obrado en la Creación y en la Redención, están  las maravillas que has hecho dentro de mí y que, sólo Tú y yo conocemos. Y, al darte gracias, quiero hacerlo no con el susurro de los labios, sino con la música del corazón. Es mi corazón el que canta, salta, grita y exulta de gozo por Ti.

 “Él será refugio del oprimido”

Me llena de satisfacción el pensar que la primera acción de tu pueblo   fue la defensa de los pobres. La lucha a favor de los pobres existe desde que tu pueblo existe. La conciencia de la injusticia y la defensa de los oprimidos estaba muy presente en el corazón de los que hicieron y rezaron estos salmos. Gracias, Señor, por estar cerca de los marginados y los indefensos.

 “La soberbia del impío oprime al infeliz”

Sí, Señor, el hombre soberbio y orgulloso, el que no quiere reconocerte por

Creador y Padre, no acepta a los hombres y mujeres que Tú has creado y a

quienes Tú tanto amas. Ellos constituyen una amenaza constante contra la vida  de sus semejantes, especialmente de aquellos que no pueden defenderse.

“Rompe el poder del malvado”

No te pedimos, Señor, que destruyas las personas, ya que a todos has hecho a tu imagen y semejanza. Pero sí te pedimos que destruyas su poder, sus

proyectos inicuos, sus ideas perversas, sus malas acciones. Cambia su corazón de piedra por un corazón de carne, capaz de amar, de perdonar, de construir. Así nuestra plegaria se convertirá en  una espontánea y constante acción de gracias.

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