Solo Dios me hace vivir «en la altura»

Raúl Romero López
17 de febrero de 2020

Salmo 62

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 2 Sólo en Dios descansa mi alma,

porque de él viene mi salvación;

3 sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.

4 ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre

todos juntos, para derribarlo

como a una pared que cede

o a una tapia ruinosa?

5 Sólo piensan en derribarme de mi altura,

y se complacen en la mentira:

con la boca bendicen,

con el corazón maldicen.

6 Descansa sólo en Dios, alma mía,

porque él es mi esperanza;

7 sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.

8 De Dios viene mi salvación y mi gloria,

él es mi roca firme,

Dios es mi refugio.

9 Pueblo suyo, confiad en él,

desahogad ante él vuestro corazón,

que Dios es nuestro refugio.

10 Los hombres no son más que un soplo,

los nobles son apariencia:

todos juntos en la balanza subirían

más leves que un soplo.

11 No confiéis en la opresión,

no pongáis ilusiones en el robo;

y aunque crezcan vuestras riquezas,

no les deis el corazón.

12 Dios ha dicho una cosa,

y dos cosas, que he escuchado:

“Que Dios tiene el poder

13 y tú, Señor, la gracia;

que tú pagas a cada uno

según sus obras”.

                                              

INTRODUCCIÓN

Todavía es éste un canto de perseguido pero muy diferente de los anteriores. Ni un grito, ni un gemido, ni una censura. Una atmósfera de serenidad, de reposo. Nada que ver con los poemas de este género. G. Brillet, con su alma poética, describirá al salmo de esta manera: “Un lago alto, oculto entre las montañas; ningún viento en el rostro. La paz casi en silencio”. En este salmo se mezcla la enseñanza y la experiencia. Lo que aquí se narra es fruto de la paz que brota del corazón del salmista. El yo del salmista no habla desde un púlpito elevado, ni desde la cátedra de maestro. Su lenguaje es cercano y emotivo y eso que viene de un ambiente de persecución y aflicción. Por eso es más convincente. El salmista ha descubierto la paz del corazón, la disfruta y la ofrece a tantos corazones inquietos. Él ha buscado la paz sólo en Dios. ¿Quién es el autor? “Poco importa si es el yo de un rey o de un hombre cualquiera. No lo dice y, al ocultarse, hizo de su experiencia un menaje universal” (A.González).Un salmo muy querido por los autores: “Sí, todos los puntos apuntan alrededor de la idea de confianza” (G. Brillet). “Este salmo expresa el acto de fe más explícito de todo el salterio” (J. Goldstein).

 

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN AL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO

  “Sólo en Dios descansa mi alma” (v.2-3)

“Sólo en Dios” experimenta el creyente la paz y el sentido de la lucha. Lo repite machaconamente a lo largo y ancho de todo el salmo. Es una afirmación solemne, enérgica. No quiere ni oír otros razonamientos que le vienen de fuera.  “Descansa” es decir, se tranquiliza, se calma. Implica una fatiga precedente.

La confianza es un resultado. Ya la introducción plantea el tema que será centro de su ulterior desarrollo: afirmar la confianza en Dios como valor vital supremo. Y esto se hace con la energía de quien sabe que nada ni nadie podrá hacerle caer en vacilación, zozobra o inquietud. El salmista corta cualquier tentativa que intente desviarle de una decisión existencial.

El salmista se serena mirando a Dios. Refuerza su actitud acumulando posesivos: “mi descanso”, “mi salvación”, “mi roca”, “mi fuerza”, “mi esperanza”. “El alma del salmista descansa en Yavé; encuentra paz cuando se vuelve hacia Él; se serena mirando hacia Él” (Kraus).

 

¿Hasta cuándo? Sólo piensan derribarme de mi altura (v,4-5)

“¿Hasta cuándo?” Encierra un matiz de inutilidad de todo ese trabajo que se toman los impíos. Es como decir; ¿hasta cuándo vais a perder el tiempo? El salmista (un solo hombre) se dirige a sus perseguidores (que son muchos). Arremeten contra él como los ejércitos asaltan con ímpetu las murallas de una ciudad. Se trata de una operación conjunta, bien pensada, de constantes arremetidas para derribar un muro que ya se cuartea. Pero ese muro ruinoso, al confiar en el Señor, se ha convertido en muro inexpugnable. El mismo Dios va a convertir a Jeremías en “una muralla de bronce” (Jer 15, 20).

“Derribarme de mi altura”. La altura que ha conseguido el salmista no es de orden social o político sino religioso. Los enemigos con mentiras y patrañas intentan tirarlo de la altura de Dios, de la altura adquirida con su fe inquebrantable. Dicen bonitas palabras con la boca y en su corazón habita el veneno. Maquinaciones con apariencia de amabilidad, incluso de amistad.

 

Dios es mi refugio. Por eso podemos desahogar ante él nuestro corazón (v. 8-9)

Es notable el paso que hace del singular al plural. Del refugio mío al refugio nuestro. Ahora está la asamblea reunida. El salmista se siente fuerte con la meditación que ha hecho sobre Dios. Y desde la propia experiencia, exhorta al pueblo a fiarse de Dios. Todos deben contar con Yavé. Invita al pueblo a desahogarse ante Dios. Al pie de la letra significa derramar el corazón en Dios como si el corazón fuese un recipiente de sentimientos.

“Estoy desahogando mi pena delante del Señor”. Una frase parecida a la de Ana (1 Sam 1, 15). Y es ésta una bonita oración cuando estamos cargados de problemas y angustias: nos ponemos delante del Señor y vamos derramando, volcando nuestras preocupaciones ante él. Es lo que dirá Jesús en el Nuevo Testamento: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas y yo los haré descansar” (Mt 11,28).

 

 “Los hombres no son más que un soplo” (v.10).

Los hombres, sin distinción de plebeyos y nobles, no sólo son mentirosos, sino que son una mentira radical. Parecen ser algo y no son nada: “Habitan en casas de arcilla cimentadas de barro: entre el alba y el ocaso desaparecen” (Job 4, 19).

No son más que un soplo. Se pueden colocar a todos los hombres del mundo juntos en un platillo de la balanza y en el otro platillo un soplo y el platillo de los hombres subirá. Un soplo pesa más que toda la humanidad junta.

¿Es una hipérbole pesimista? Se supone que el salmista está hablando así porque está comparando la humanidad con relación a Dios. En su presencia son nada. “Mirad, las naciones son gotas de un cubo y valen lo que el polvillo de la balanza. En su presencia las naciones todas son como si no existiesen” (Is 40, 15-16).

 

Al margen de Dios no se puede confiar en nada. Tampoco en la riqueza (v. 11).

La confianza en Dios excluye el poner el corazón en otras cosas. No hay que poner las ilusiones en las cosas injustas: robo, violencia. Pero ni siquiera hay que poner el corazón en las justas: la riqueza. El salmista no va contra la riqueza, sino que condena el confiar en ella. “El que confía en sus riquezas, se marchita” (Prov 11, 28). Respecto de la riqueza el salmista dice algo muy esclarecedor: “No le deis el corazón”. La riqueza en sí no tiene por qué ser mala. El problema está en que de tal manera avasalla el corazón de las personas, que no les deja libertad para decidirse por Dios.

 

“Dios tiene el poder y la gracia”. (v. 12)

“En la reunión de la fuerza y la gracia se expresa la esencia de la fe en el Dios del Antiguo Testamento” (A. Weiser).

El salmista ha sido un hombre inflexible en sus afirmaciones. Ninguna duda, ninguna vacilación. Nadie ha sido capaz de bajarle ni un milímetro de la altura que había adquirido con Yavé. “Dice la fe: Dios sólo. Y la experiencia dice: los hombres también y los medios humanos también. Dice el salmista: Mi experiencia dice que ‘sólo Dios’. ¿Los hombres? Un soplo. ¿Los medios humanos? ¿La fuerza? ¿La riqueza? ¡Nada!” (G. Brillet).

Insistimos en esto: el salmista no desprecia al hombre y a los medios humanos. Sólo dice que ellos, sin Dios, son apariencia. No son nada. Sólo con Dios todo tendría sentido.

 

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

  • 14,1-2: No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí.
    En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar”.

 

  • 6,17: “A los ricos de este mundo ordénales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de la riqueza, sino en Dios que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos.

 

  • Brillet: “Es una gran revelación, en su aparente simplicidad, una revelación que renueva la vida y el mundo: que el Todopoderoso es bueno y que el Todo-bueno es poderoso”.

 

  • Rabino Josy Eisenberg: “Dios es la única esperanza porque, en toda la historia, los hombres frecuentemente han demostrado que no pueden contar con ellos mismos. Visión pesimista pero realista de la historia de la humanidad”.

 

  • San Atanasio: “El muro que se cuartea o se inclina es la naturaleza humana viciada por el pecado, y las potencias malignas arremeten con él para derribarlo”.

 

ACTUALIZACIÓN

 Ángel Aparicio nos habla de tres ídolos que amenazan al hombre de hoy: El dios OPRESION, EL dios EXTORSIÓN. Y EL dios MAMMON. 

  • El dios OPRESION convierte al opresor en Señor del oprimido. Y para eso usa la violencia. Un Dios que se alimenta de lágrimas y sangre. Todo vale con tal de conseguir su objetivo.
  • El dios EXTORSIÓN. Para medrar, para enriquecerse rápidamente usa la mentira, el fraude, el engaño. Se deja seducir por el dinero fácil. Y nunca se preocupan de las consecuencias. (Los traficantes de droga).
  • El dios MAMMON. No se trata simplemente de riqueza, sino de una adoración de la riqueza, de tenerla como valor supremo, de entregarle el corazón. San Lucas nos cuenta en la parábola del rico que tuvo una gran cosecha que este hombre “sólo habla consigo mismo”. “Ya sé qué haré… Alma mía tienes bienes para muchos años…” Sólo existía él. He ahí un hombre que ya no era hombre. (Lc. 12,30-21) Hay en nuestra sociedad muchas personas a quienes el afán de dinero y de poder les ha quitado toda dignidad.

 

PREGUNTAS

 

  1. En mi oración personal, ¿he experimentado a Dios como descanso? ¿Acudo a Él cuando me siento fatigado o agobiado?
  2. ¿Siento necesidad de contar a mi comunidad mis experiencias de fe cuando hacemos oración comunitaria?
  3. Ante tanta inseguridad de la gente que me rodea, ¿sé ofrecerles seguridad desde mi fe arraigada en Dios? La fe de Jeremías era como una muralla de bronce, ¿se parece en algo a la mía?

 

ORACIÓN

 “Sólo en Dios descansa mi alma”

Señor, en mi cuerpo finito y limitado has puesto un alma semejante a Ti, con capacidades infinitas. Mi cuerpo puede descansar en la tierra, en la hierba o en el lecho. Pero mi alma, con aspiraciones tan altas, con deseos tan profundos, con anhelos tan sublimes sólo puede encontrar reposo en Ti. Sólo se harta con tu pan. Sólo se sacia con tu agua. Sólo se embriaga con tu vino. Sólo se llena con tu presencia.

 

“Sólo piensan en derribarme de mi altura”

Señor, no por mi esfuerzo ni por mis méritos, pero sí por tu gracia y tu favor, he conseguido alcanzar la cima de tu presencia, la altura de tu cercanía. Mis enemigos me ven y sienten envidia; me miran y quieren derribarme. Pero yo sé que Tú eres mi roca y contigo me siento seguro. En la altura me lleno de tu Espíritu, del aire puro y limpio que, como suave brisa, me abraza y acaricia. Dame fuerza para permanecer siempre a la altura de tu amor.

 

“Desahogad ante él vuestro corazón”

Mi corazón es como una vasija que se va llenando de inquietudes, zozobras, angustias y ansiedades. A veces siento que voy a reventar… y digo: ¡ya no puedo más! Es entonces cuando más me apetece estar contigo y escuchar de tus propios labios esas palabras tan lindas: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Es como derramar mi corazón en el tuyo y sentir que el peso desaparece. Entonces una inmensa paz se apodera de mí.

 

“Y tú, Señor…”

El salmista ha estado hablando en tercera persona. De repente, le ha embargado un sentimiento profundo. Entonces ha dejado en suspenso el hilo de sus razonamientos y se ha quedado a solas contigo, saboreando tu inefable compañía.

Haz, Señor, que tu persona, tu presencia, llene mi corazón de alegría y de emoción hasta el punto de perder súbitamente la noción de las cosas que me preocupan. Esos instantes fugaces pero intensos son los que llenan de plenitud esta precaria vida humana que no es más que un soplo.

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