Si alguien tiene futuro es DIOS

Raúl Romero López
3 de febrero de 2020

Salmo 60

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 3 Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas,

estabas airado, pero restáuranos.

4 Has sacudido y agrietado el país:

repara sus grietas, que se desmorona.

5 Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,

dándole a beber un vino de vértigo;

6 diste a tus fieles la señal de desbandada

haciéndolos huir de los arcos.

7 Para que se salven tus predilectos,

que tu mano salvadora nos responda.

8 Dios habló en su santuario:

“Triunfante ocuparé Siquén,

parcelaré el valle de Sucot;

9 mío es Galaad, mío Manasés,

Efraín es yelmo de mi cabeza,

Judá es mi cetro;

10 Moab una jofaina para lavarme,

sobre Edom echo mi sandalia,

sobre Filistea canto victoria”.

11 Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,

quién me conducirá a Edom,

12 si tú, oh Dios, nos has rechazado,

y no sales ya con nuestras tropas?

13 Auxílianos contra el enemigo,

que la ayuda del hombre es inútil.

14 Con Dios haremos proezas,

él pisoteará a nuestros enemigos.

INTRODUCCIÓN

 En este salmo hay que distinguir tres etapas: La primera sería de una súplica comunitaria con probable alusión a la invasión de un país extranjero procedente del Norte y derrota de Israel. En un segundo lugar, un salmista añade a esta lamentación unos versos que completan y modifican su óptica: es mejor quedarse con Dios que huir sin él. En la tercera parte, para confirmar este planteamiento de fe el compositor recurre a un oráculo antiguo que habla de la soberanía de Dios sobre los pueblos y lo inserta en el centro de la lamentación (v. 8-10). El oráculo apoya un cambio de visión teológica: lo importante ya no será huir sino apoyarse en Dios. Se puede y se debe contar con Yavé y sólo con Él. Magnífica reacción de fe ante los cálculos humanos.

 

REFLEXIÓN. EXPLICACIÓN DEL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO

 Dios no se enoja ni nos rechaza. Lo sabemos muy bien los que creemos en Jesús. Pero, con frecuencia, el pueblo judío nos da lecciones de fe.  (v. 3.)

Como el pueblo es propiedad de Dios que lo protege, la gran catástrofe bélica indica que Dios ha rechazado a su pueblo. El salmista pide que esa situación no sea definitiva, sino que sea Dios mismo quien restaure a su pueblo. Notemos que el pueblo de Israel no deja a su Dios ni aunque lo sienta alejado e incluso enojado. Espera una restauración que sólo Dios se la puede dar. Pero el pueblo no podía imaginar que Dios fuera como nos lo manifestó Jesús: tan cercano, tan perdonador. Con todo, nosotros, los hijos del Reino, los que estamos acostumbrados al abrazo y la caricia de Dios, a veces, cortamos con el cordón umbilical que nos une con Él y hasta dudamos y negamos su existencia. Eso, el pueblo antiguo nunca hizo.

El pecado abre profundas grietas en el pueblo, en el cosmos y en el propio corazón de cada uno. (v. 4.)

La catástrofe bélica tiene una resonancia cósmica: la tierra, el país ha sufrido la catástrofe. “La tierra temblará terriblemente, se sacudirá, se hará pedazos” (Is 14, 19). También San Pablo nos hablará de las repercusiones cósmicas del pecado: “Sabemos que hasta ahora la creación entera sufre como una mujer dolores de parto” (Rom 8, 22). El decir NO A DIOS tiene graves consecuencias para todas sus criaturas, Cuando yo peco hasta la misma tierra se pone a temblar.

 En realidad, el vino de vértigo que hizo temblar la tierra lo bebió Jesús en su muerte. v. 5.

Los castigos saludables de Dios en el A.T tienen una visión profética cuando se ven con la perspectiva del Nuevo. Aquellas palabras de Isaías sobre Jerusalén: “Despierta… Jerusalén, tú que has bebido de la mano del Señor la copa de su cólera; el cáliz del vértigo lo has bebido hasta las heces” (Is. 51-57) eso se cumplió con Jesús. “Le dieron a beber un vino mezclado con hiel” (Mt.27,34). En el cáliz amargo de Jesús estaban todos los dolores y sufrimientos de toda la humanidad. Y Jesús lo ha bebido de un sorbo, sin quejas, sin protestas.

 El pueblo judío siempre se siente “hijo de predilección” por parte de Dios. Y siempre espera en él una mano salvadora” v. (7).

Los que acusan a Dios, los que se lamentan ante él, ellos mismos son los que dicen: Somos tus predilectos. Se consideran personas para quienes Yavé es una realidad viva, saben que son amados por él incluso en el juicio. “La mano salvadora”. Es la mano derecha y es gesto de protección y, de parte de Yavé indica seguridad de salvación.

 La tierra de Israel pertenece a Yavé, Y en este salmo se invoca el derecho de propiedad. v. 8-10. Y el Nuevo Pueblo de Dios, ¿a quién pertenece?

Canaán es el país de Yavé. El reino del norte (que se halla en manos extrañas) es propiedad de Yavé. Efraín no ha sido rechazado. Como el yelmo pertenece a quien protege con él su cabeza en la lucha, así Efraín pertenece a Yavé quien se presenta aquí como guerrero. Los estados vasallos rebeldes de Edóm, Moab y Filistea quedan también bajo la jurisdicción de Yavé. En una imagen atrevida dice que el mar Moab (Mar Muerto) es la jofaina de Yavé. Arrojar el zapato es una expresión simbólica que designa la toma de posesión de algo. Dios ha comprado a Edom. Toda la tierra está sometida al poder de Dios. El salmista al oír este oráculo divino, ¿va a perder la esperanza?

Nosotros, aunque pecadores, seguimos siendo propiedad de Dios. Él nos ha comprado pero “no con oro ni plata, sino con la preciosa sangre de su Hijo” (1 Pe 1, 18-19).

 ¿Trae cuenta huir de Dios? (11-12)

Huir a Edom ya no tiene sentido si Dios no lo quiere, si él no apoya esa fuga, huir sin Dios al frente es una temeridad, una locura. Lo mejor es quedarse y luchar amparados en el auxilio único de Dios.

A veces, también nosotros tenemos tentaciones de huida. Unas veces es hacia fuera, creyéndonos todo lo que el demonio nos sugiere de libertad, de felicidad al margen de Dios. Otras veces la huida es interna. Nos atrincheramos dentro de nosotros mismos, huimos de las exigencias del evangelio. No queremos saber nada de la fe como riesgo y aventura. Dios no puede estar en esa huida.

 Alguna vez la ayuda del hombre puede ser inútil. (v.13).

El salmista no quiere decir que no sirva la ayuda humana. Constantemente la Biblia nos invita a ayudarnos y solidarizarnos unos con otros. El salmista afirma categóricamente que la ayuda del hombre, al margen de Dios, no sirve para nada. El pueblo tiene que poner su confianza plenamente en Dios. El hombre es “un poco de barro con un soplo divino”. Si desaparece ese soplo, el hombre es solo barro, es decir, pura debilidad, pura fragilidad.

  “Con Dios haremos proezas”

El salmo termina poniendo toda su esperanza en Dios. El que ha llevado al pueblo de la esclavitud a la libertad, el que tantas maravillas ha hecho en el pasado, seguirá haciéndolas en el presente si le somos fieles. ¡Si nos fiáramos de Dios!… Cuántas maravillas podríamos hacer a lo largo de toda nuestra vida. Toda nuestra pequeña historia de salvación ha estado apoyada en él, sostenida por él. “Es de destacar el espíritu de fe del salmista que, en medio de las actividades militares de los enemigos, atribuye a Dios los acontecimientos que se van sucediendo” (E. Podechard).

Encontrar la esperanza en la Palabra: esa ha sido la solución del orante del salmo. Para que la Palabra engendre esperanza hay que tomarla como algo dicho directamente a mí, como libro de mi alianza. Hay que hacer el largo camino de adhesión a Jesús. La esperanza viva no es algo, sino alguien. Alguien que va delante de mí, que está metido dentro de mí, que ocupa el centro de mi corazón.

 

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

 

  • José BORTOLINI: “Este salmo está cargado de ideología imperialista. Para ver cómo se refleja en la actividad de Jesús, tenemos que cambiar la clave de lectura. Jesús estuvo en contra de los imperialismos y fue muerto por el imperio romano. No obstante. Nos quedan todavía algunos elementos importantes: su compasión ante quienes padecen la opresión y claman. Jesús. hecho hombre, demuestra que Dios no había rechazado a su pueblo; por el contrario, “lo amó hasta el punto de entregar a su Hijo para que el mundo se salvara” (Jn.3,16-18)”.

 

  • Juana de Arco: “Nosotros lucharemos y Él dará la victoria”.

 

  • Cardenal G. Saliege: “Cristo está siempre preparado ‘para correr como vencedor hacia la victoria’ (Ap 6, 2) con el fin de que los fieles le supliquen como el salmista”.

 

  • Weber: “La Iglesia ha conocido momentos donde parecía que llegaba su fin: en el s.III con las persecuciones sangrientas reiteradas; en el s. IV donde triunfaba el arrianismo; en el s. X donde el clero se avergonzaba; en el s. XVI donde renacía el paganismo y donde el protestantismo separaba la fe de la mitad de Europa… Y sin embargo, Dios, por mano de sus santos, ha colocado todo en orden”.

 

ACTUALIZACION

 “Este salmo es un ejemplo de la actualización de la Palabra de Dios en distintos momentos y contextos. Un oráculo del pasado ilumina la situación presente, que es calamitosa, y es capaz de alentar la esperanza, cuando todo invita a la desesperación. Si tenemos presente la gran catástrofe del 587 a.C con el destierro a Babilonia, nada induce a confiar en Dios. Jerusalén ha sido asolada, el templo, destruido; el ejército, aniquilado; la población, diezmada; las instituciones han desaparecido; parece que Dios ha abandonado a su pueblo y se ha puesto en su contra. Entendemos que en ésta o parecida circunstancia (la que sea y cuando sea) brote espontanea la queja. Pero también hay lugar para la oración suplicante, e incluso apremiante, si aún queda un rescoldo de confianza. En situaciones de tensión, de opresión y de injusticia, que se cobran centenares o millares de vidas, será necesario escuchar el antiguo oráculo: “mío es Galaat, mío Manasés…” (pueblos enemigos). La historia de los pueblos está en las manos de Dios. Acaso en el momento presente el creyente no tenga más solución que huir, pero la condición de que Dios es el Dios de la historia y del mundo generará valentía y confianza. Apoyados en Dios, que se ha vuelto a nosotros, “haremos proezas” (Ángel Aparicio).  

A tantos cristianos nostálgicos que, en nuestros tiempos, se quejan de todo: ya no tenemos sacerdotes, ya no tenemos seminarios, ya no tenemos religiosos ni religiosas, ya nuestras Iglesias sólo sirven para Museos, ya no suponemos nada en esta sociedad civil… había que remitirles a un texto de Daniel:

“En este momento no tenemos príncipes, | ni profetas, ni jefes; | ni holocausto, ni sacrificios, | ni ofrendas, ni incienso; | ni un sitio donde ofrecerte primicias, | para alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito | y nuestro espíritu humilde, | como un holocausto de carneros y toros | o una multitud de corderos cebados.40Que este sea hoy nuestro sacrificio, | y que sea agradable en tu presencia: | porque los que en ti confían | no quedan defraudados (Daniel, 3,38-40).

Lo que hoy necesitamos es eso: humildad. Aceptar nuestra pequeñez, reconocer los pecados de un pasado aparentemente glorioso, y ofrecerle a Dios el sacrificio de un corazón contrito. Y, por encima de todo, confiar. Si algo le queda a Dios es FUTURO.  

 

PREGUNTAS

 

  1. ¿Me he sentido alguna vez rechazado por Dios?

 

  1. ¿Soy consciente de que mi comunidad es posesión de Dios? ¿Caigo en la cuenta de que obrar contra la comunidad es ir contra algo que le pertenece A Dios?

 

  1. Cuando hago una tarea, una misión, una obra de apostolado, ¿en quién me apoyo?

 

ORACIÓN

 Oh Dios nos rechazaste… pero restáuranos”

Señor, Tú nunca abandonas ni desprecias. ¿Cómo puede decir el salmista que nos rechazaste? ¿No será que fuimos nosotros los que te olvidamos y te rechazamos? Tú eres el sol que siempre alumbra e ilumina. Fuimos nosotros los que cerramos los ojos a la luz. No te canses, Señor, de acercarte aunque nosotros nos empeñemos en alejarnos. No te canses, Señor, de rehacernos, aunque nosotros nos empecinemos en destruirnos. No te canses, Señor, de ser bueno con nosotros aunque nosotros, a veces, no seamos buenos contigo.

 

“Mío es Galaad, mío Manasés”      

Todo es tuyo, Señor, y todo te pertenece. Nosotros no podemos presentar ante Ti ningún título de propiedad. Tú nos has creado y somos tuyos. Haz que nos sintamos orgullosos de pertenecerte. Haz que siempre nos sintamos felices de poder servirte.

 “¿Quién me conducirá a Edom si Tú no sales ya con nuestras tropas?”

Tú, Señor, das seguridad en la vida. ¿Adónde podemos ir sin Ti? Todos nuestros planes, proyectos, iniciativas fracasan si Tú no caminas a nuestro lado. Quítanos, Señor, el orgullo de querer caminar solos.

 “Auxílianos, que la ayuda del hombre es inútil”

El salmista no habla en teoría. Es un hombre que ha vivido mucho, que ha experimentado mucho. Ha constatado la fragilidad del ser humano y lo poco que vale la ayuda del hombre. Aunque quiere, muchas veces no puede dar solución a muchas cosas. Haz, Señor, que nos apoyemos en Ti y sintamos la a

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