Sergio Alentorán, vicario episcopal del vicaría sexta desde hace seis años, nos explica en esta entrevista de qué manera sigue desempeñando su tarea encomendada.
¿Desde cuándo es vicario episcopal?
Hace seis años, nuestro Arzobispo emérito, d. Vicente me nombró vicario episcopal de la vicaria sexta, hasta ese momento había sido párroco de la zona de Campo Romanos, Caspe y Casetas.
¿Qué características definen su vicaría?
La vicaria sexta está compuesta por siete arciprestazgos, todos ellos se encuentran en la zona rural oeste de nuestra diócesis; con un total de 103 parroquias, muchas de ellas muy pequeñas y otras con muchos habitantes.
Los arciprestes son: Daroca, La Almunia de Doña Godina, Cariñena-Muel, Ejea de los Caballeros, Gallur, Alagon y Casetas.
De la vicaria sexta yo destacaría la gran riqueza humana, histórica, patrimonial y las grandes tradiciones religiosas que poseen cada uno de los pueblos. Hombres y mujeres, que a lo largo de tantas generaciones han ido transmitiendo su fe, su amor a la Virgen María, venerada bajo muchas advocaciones; y cómo invocan la intercesión de multitud de sus santos patronos.
¿De qué manera afronta su cargo?
Durante estos seis años que llevo como vicario afronto cada día, esta responsabilidad, con mucha ilusión. Ya que durante estos últimos años, vivimos con mucha preocupación la despoblación de los pueblos y la escasez del número de sacerdotes que pueden atender las parroquias. Por eso hablo de ilusión, que debe suscitar en cada uno de nosotros esperanza y alegría, futuro y compromiso con el mundo rural.
Como tarea principal se me encomienda, junto con los sacerdotes y agentes de pastoral, buscar la mejor forma de que todos los pueblos puedan atenderse en sus necesidades espirituales y podamos garantizar las celebraciones litúrgicas, la administración de los sacramentos, la atención espiritual y humana a tantos ancianos y enfermos, e impartir la catequesis a los jóvenes y niños, y poder acompañar a sus familias.
De esta manera, estamos trabajando en la vicaria en la consolidación de las unidades pastorales, en la creación de grupos de seglares para las celebraciones en espera de presbítero y en la formación humana y espiritual de los laicos y sacerdotes.
Quiero agradecer a tantos sacerdotes de la vicaría que de forma generosa y entusiasta atienden tantos pueblos, y se tienen que multiplicar para atender a todas sus parroquias.