Para los oscenses resulta imposible desligar las fiestas de san Lorenzo, que tienen lugar del 9 al 15 de agosto, de la figura de su patrón, presente en cada rincón de la ciudad tanto durante esta semana de celebraciones como en el resto del año. La devoción laurentina empapa el programa festivo y, a su vez, la diócesis ha sabido abrirse a las demandas y desafíos de la sociedad altoaragonesa en el siglo XXI. ¿Por qué es un santo tan querido? Probablemente porque el culto es milenario, porque su presencia histórica es real y se ha rastreado y estudiado y porque es una figura local y universal.
Huesca vio nacer a dos santos mártires, san Lorenzo y san Vicente. El primero, apodado el Mártir de Occidente es, como escribió don Damián Iguacen, “un personaje muy floreado por la leyenda, pero ciertamente histórico y extraordinario”. Vivió en el siglo III después de Cristo y su vida y martirio aparecen recogidos en numerosos textos y poemas desde su tiempo. Además de los estudios que ubican su origen en la ciudad, se ha contrastado que fue martirizado en la Vía Tiburtina de Roma un 10 de agosto durante las persecuciones del emperador Valeriano.Asimismo, fue arcediano o primer diácono del papa san Sixto II, quien le encomendó la administración de los bienes, los cementerios, limosnas, rentas y custodia de los archivos. Su entereza durante una muerte muy cruenta se representa en una frase pronunciada por san Lorenzo durante estos tormentos: “Ya estoy asado por este lado; da vuelta y come”. Murió probablemente asado en una parrilla, objeto que se ha convertido en el símbolo del santo y de su martirio.
San Lorenzo fue enterrado en el Campo Verano de Roma, donde después se levantó la basílica extramuros, el primer templo laurentino, y es uno de los pocos mártires cuyo sepulcro no ha cambiado de lugar. La tradición señala que entre los bienes y reliquias custodiados por el mártir se encontraba el Santo Grial, que permaneció en Roma durante el mandato de los primeros 22 papas. Según algunas fuentes posteriores, la familia del santo guardó el preciado cáliz en la iglesia de san Pedro el Viejo de Huesca, donde permaneció hasta el 711 cuando el obispo Acilso lo trasladó más al norte huyendo del avance musulmán.
Es un santo querido porque su culto es milenario, su presencia histórica real y su figura es local y universal
Su ejemplo de vida y muerte cunde entre los católicos y se acentúa durante estos días de fiestas. Más de 500 años contemplan estas celebraciones, cuyo eje central es la procesión del 10 de agosto. El busto de plata de san Lorenzo es una extraordinaria obra de orfebrería del siglo XVI cuyo autor es desconocido. En su parte inferior aparecen doce escenas del mártir.
Se le rinde culto en la basílica de san Lorenzo, una construcción barroca de ladrillo y grandes dimensiones erigida a partir de 1608 sobre un templo anterior de origen románico que, a su vez, fue sustituido por otro gótico del que se conserva la torre y restos del atrio de acceso. Es iglesia real, parroquial, colegial y basílica agregada a la de san Juan de Letrán en Roma. En su sacristía se conservan 12 grandes lienzos que recogen el ciclo de San Lorenzo, obra del pintor valenciano Antonio Bisquert.
El Triduo de los días 7, 8 y 9 de agosto será el anticipo de las Completas del 9 de agosto y las eucaristías y procesión del día 10. El 11 de agosto es el Día de la Cofradía y el 13 la presentación de los niños al santo, anticipo del cierre con la ofrenda de flores y frutos a san Lorenzo a las puertas de la basílica.