El delegado de Familia y Vida de la Diócesis de Tarazona, Javier Sanz, no cuenta en qué consistió la Ruta Romántica que se organizó en Calatayud este fin de semana con motivo de la celebración de la Semana del Matrimonio.
El pasado sábado se realizó en Calatayud una «Ruta Romántica» dentro de la Semana del Matrimonio que estamos celebrando. La ruta comenzó en el santuario de la Virgen de la Peña, recordándonos que Ella es la Madre de la ciudad y cuida desde lo alto de todos los hijos. Y también nosotros elevamos la vista para pedir su protección. Los dos símbolos de la Virgen de la Peña son la campana y la estrella. La campana nos convoca en diferentes circunstancias de nuestra vida. Y así también la familia debe convocar para vivir unidos. La estrella es signo de guía. También la luz de la fe en la familia debe guiarla hasta su meta, que es cumplir su vocación a la santidad.
A continuación fuimos hasta la puerta de Terrer y reflexionamos sobre lo que significa una puerta en una muralla: sirve de entrada, de salida, de orientación… Así, también, la familia tiene sus puertas y son ellos los que deciden quienes pueden entrar o no en el recinto familiar. Hemos recordado la frase del Santo Papa Juan Pablo II al inicio de su pontificado: “abrid las puertas a Cristo, no tengáis miedo “.
Desde allí, nos hemos trasladado a la Colegiata de Santa María, donde hemos reflexionado sobre tres aspectos fundamentales: en primer lugar, la transmisión de la fe que hemos recibido de nuestros antepasados, y que en Calatayud se plasma en la figura de San Paterno, evangelizador de la ciudad romana de Bilbilis , y en San Íñigo, hijo y patrón de la ciudad. En segundo lugar hemos visto la importancia que tiene la familia a través de los escudos heráldicos que coronan varias capillas de la Colegiata, y hemos visto que no somos seres aislados, sino que formamos parte de una familia con una historia concreta y una tradición que debemos mantener y transmitir. En este sentido, contemplando el retablo mayor, hemos visto que Jesús también tenía una familia y que esta representada en María y José y sus abuelos, Joaquín y Ana. Así hemos visto como el Señor ha querido encarnarse de forma concreta en una familia concreta, santificando así la institución familiar.
Hemos seguido la ruta hasta la plaza de España, donde hemos reflexionado sobre el sentido social de la familia: la plaza es lugar de encuentro, de juego, de comercio, de entretenimiento… Y es que la familia se abre a la dimensión social, no solo en lo material, sino también en lo espiritual.
En la misma plaza hemos visto la portada del ayuntamiento, conformada por un arco de medio punto de piedra. Allí hemos visto una figura de la familia, ya que las dos piedras de los laterales donde arranca el arco son signo de los esposos, que crean una familia y la van construyendo, pero que tiene su piedra angular en Cristo, la piedra clave que cierra el arco y que hace que todo quede ensamblado. Así deben ser las familias, teniendo a Cristo en su centro, como roca fuerte que da consistencia a toda la institución.
Por último hemos llegado a la basílica del Santo Sepulcro, donde se custodian las reliquias de San Valentín. Allí hemos pedido por todas las familias, especialmente por un matrimonio participante en la ruta y que este año celebraba sus 50 años de casados. Hemos reflexionado sobre la importancia de la presencia de la parroquia en la vida de la familia, desde el momento del matrimonio, pasando por el bautismo de los hijos, la eucaristía dominical, el resto de los sacramentos y la vida parroquial de la familia.
Ha sido una experiencia muy bonita y muy enriquecedora que nos ha servido para, aprovechando la rica historia y patrimonio de Calatayud, acercarnos a una realidad tan importante como es el matrimonio y la familia.