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Ricardo Mur, sacerdote de Biescas y delegado de medios de la diócesis de Jaca: “La unidad de los cristianos llegará; el Espíritu Santo está aleteando”

José María Albalad
22 de enero de 2016

La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos culmina el miércoles, día 25, con grandes esperanzas. Conocemos cómo vive esta realidad un cura del Pirineo.

¿Cómo afronta un sacerdote rural el tema del ecumenismo?
El ecumenismo es un signo de los tiempos y un soplo del Espíritu Santo. Lo hemos empezado a vivir desde hace un par de décadas, a raíz de la llegada de inmigrantes. Han llegado a nuestros pueblos. Trabajan en hostelería, construcción, como empleadas de hogar, y como cuidadores de ancianos y enfermos. A veces ocupan puestos que nadie quiere, pero también han sido capaces de montar empresas y negocios imprescindibles en el mundo rural, hoy tan vacío y denostado.

¿La Iglesia atiende a todos?
Siempre. El sacerdote tiene que estar ahí, con sus feligreses de toda la vida, con los que se han bajado del tren y con los que acaban de llegar. Algunos de éstos, aunque no sean católicos se acercan a la Iglesia e inscriben a sus hijos en clase de Religión católica. Hay que huir de paternalismos y de toda apariencia de proselitismo.
¿Cómo afecta esta realidad al día a día de los sacerdotes y fieles?
En realidad, la vida parroquial y pastoral sigue igual, tanto para los sacerdotes como para los fieles. Es más cuestión de sensibilidades y de tener los corazones y las puertas abiertas. Tenemos ya la experiencia de catequistas sudamericanos, que han aportado un soplo de aire fresco.

El ecumenismo es un signo de los tiempos. La Iglesia está ahí, con todos

¿Alguna anécdota?
Desde Biescas trabajamos con el equipo ecuménico de Sabiñánigo. Durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos hemos organizado encuentros de oración, no sólo en la capital del Serrablo, sino en Biescas, Fiscal y este año en Panticosa. En 2014, hicimos la presentación del “Nuebo Testamén” aragonés en Sabiñánigo, pues la obra fue traducida por un sacerdote católico, que soy yo, y un pastor protestante, John Pearson. Incluso, desde entonces, el día de Pentecostés la iglesia metodista El Buen Pastor de Sabiñánigo sube con su estandarte a la ermita de Santa Elena, junto con las treinta y cuatro cruces parroquiales del valle. Ese día recordamos que, allí mismo, en 1591 hubo una batalla entre los protestantes del Béarn y las tropas de Felipe II.

¿Qué te preocupa de cara a la unidad de los cristianos?
Tenemos bastantes encuentros entre la Iglesia Católica y las iglesias y confesiones nacidas tras la Reforma. Sin embargo, en el mundo ortodoxo hay muchas resistencias. Incluso habiendo tantos puntos en común como tenemos entre católicos y ortodoxos, parece que la vieja muralla que separaba el mundo griego del romano, el Imperio Romano de Oriente y el de Occidente, sigue cerrada. Tanto la Iglesia católica como la ortodoxa tienen un peso institucional, histórico, ministerial y ritual enorme. Pero las iglesias nacidas a la luz de la Reforma parece que han olvidado las palabras de Cristo en la Última Cena: “Tomad y comed… Tomad y bebed…”. Han cultivado la Palabra en detrimento de la Eucaristía, y eso les lastra.

¿Cómo ves el futuro?
El futuro es esperanzador. El Espíritu Santo está aleteando y la unidad de los cristianos llegará. Habrá un día en que los ministros de diversas iglesias y confesiones podamos concelebrar juntos, que participemos en una misma eucaristía y que se acepte un único bautismo. El día en que cualquier cristiano, sea protestante, católico u ortodoxo pueda compartir el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía en cualquier rito, será la señal de que el ecumenismo habrá llegado a su objetivo final.

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