Víspera del Pilar
Vibrante. Sobre las 20.30 horas del once de octubre, comienza una singular procesión desde el altar mayor del Pilar, hasta la Santa Capilla del Pilar, presidida por los infanticos de último curso, este año, Pedro y Balbino. Seminaristas, infantes, canónigos, obispos, arzobispo… todos, con cirios en las manos, forman el ‘Claustro Magno’. Delante de la imagen y de la columna, se canta la ‘Salve’. Después, el ‘Himno’.
Misa de Infantes
Familiar. Es el día del Pilar y a las 4.15 horas, de plena madrugada, se abre el templo mariano. Un cuarto de hora después, la primera misa, la de ‘Infantes’. Los niños son los primeros en cantar el ‘Bendita y alabada’ a la Virgen en el día de su fiesta. La Santa Capilla está llena, y no se oye murmullo. Todos rezan y se emocionan. Después, chocolate y churros.
Rosario de la Aurora
Esforzado. Terminada la ‘Misa de Infantes’, sobre las 5.45 horas, llega el Rosario al Pilar, procedente de la parroquia de San Pablo, la del ‘Gancho’. Es este singular artefacto el que abre paso, sin herir, a la aurora que viene para presentar respeto a su ‘Reina de la mañana’. Ante ella, cantan la salve y luego se vuelven a su parroquia para celebrar ‘Misa primera’.
Misa estacional
Solemne. Doce de octubre, en el Pilar, a las 12.00 horas. Es la misa, por excelencia, que celebra el pastor diocesano, el arzobispo Vicente, acompañado de todo el pueblo de Dios. Se interpreta con coro, rondalla, orquesta y órgano la ‘Misa Aragonesa’ del maestro Berdejo-Marín. Y, al final, la procesión con la bellísima imagen renacentista de plata de la Virgen.
Ofrendas a la Virgen
Extensa e intensa. La primera es la ‘de flores’ y se extiende desde las 7.30 horas durante todo el día doce de octubre. La segunda es la ‘de frutos’ y se celebra el día trece de octubre, a las 12.00 horas. Desde este año, y gracias a las nuevas tecnologías, también se podrá hacer ofrenda de música para confeccionar un ‘manto sonoro’ a la Virgen del Pilar.
Rosario de Cristal
El día de después. A las 18.30 horas del trece de octubre, desde la plaza de San Pedro Nolasco, la oración que más gusta a la Virgen: como una Vía Láctea que ha bajado del cielo a la tierra y una sinfonía de luz y de color, de arte y de magnificencia incomparable. La esencia de la devoción aragonesa en la más sólida y bella tradición.
