«Primero de mayo» carta de nuestro Obispo

Diócesis de Teruel y Albarracín
1 de mayo de 2023

Nuestro Obispo, don José Antonio, ha publicado esta carta en el Diario de Teruel con motivo del 1 de mayo, día Internacional del Trabajador:

El Primero de mayo nos invita a mirar atrás con gratitud, para reconocer el esfuerzo y el sacrificio de tantos hombres y mujeres que, desde la revolución industrial, han conseguido importantes mejoras laborales: horarios más humanos y condiciones más saludables y dignas.

Este Día internacional nos ofrece, además, una oportunidad para tomar conciencia de la realidad compleja y cambiante del mundo del trabajo: convive el desempleo con la falta de trabajadores para determinados oficios; coexisten sueldos altísimos con salarios insuficientes para sostener una familia; el desarrollo de la tecnología y la irrupción de la inteligencia artificial, que descarta a tantas personas y reclama nuevos perfiles profesionales; la brecha retributiva entre mujeres y hombres se corrige en los jóvenes y crece conforme aumenta la edad; el cambio de valores de las nuevas generaciones que, con sus luces y sombras, lleva a algunos a tratar de vivir sin trabajar y a otros a entregarse sin reservas a su actividad laboral, con el único objetivo de ganar dinero, descuidando su familia y sus necesidades espirituales y sociales.

Asimismo, esta jornada nos puede ayudar a reflexionar, a caer en la cuenta de que el trabajo es mucho más que el empleo. Tantas personas trabajan porque sí, sin una relación económica, por hacer más bella nuestra tierra y mejorar las relaciones sociales, porque les hace felices y hacen felices a los demás. Todos conocemos a niños y niñas “muy trabajadores”, abuelas que hacen las mejores comidas de casa, personas de mediana edad que utilizan su tiempo libre para cuidar a sus mayores, algunas son muy manitas y creativas, otras se dedican generosamente al voluntariado… El trabajo no es una maldición divina, realiza a la persona, nos humaniza y además, es necesario para vivir en sociedad. Para los cristianos, el trabajo es un medio privilegiado para colaborar con Dios en su obra creadora.

El Primero de mayo también debería ser un día en el que reafirmar el compromiso de todas las personas de buena voluntad, para humanizar el mundo del trabajo. Quisiera apuntar tres pistas para avanzar:

1. El derecho al trabajo tendría que ser una realidad para todas las personas. Como insiste el Papa Francisco, «es necesario reafirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, para las familias y para los individuos. El trabajo, en efecto, concierne directamente a la persona, su vida, su libertad y su felicidad. El valor principal del trabajo es el bien de la persona humana, porque la realiza como tal, con sus actitudes y capacidades intelectivas, creativas y manuales. De aquí deriva que el trabajo no tiene solamente una finalidad económica y de ganancia, sino sobre todo una finalidad que implica al hombre y su dignidad. La dignidad del hombre está vinculada al trabajo» (Papa Francisco en Terni, 20 de marzo de 2014).

2. También parece importante no bajar la guardia para garantizar la seguridad en el trabajo, que custodie y favorezca la salud física y psicológica de las personas trabajadoras. En Aragón, se produjeron 21.647 accidentes laborales a lo largo de 2022, un 12% más que el año anterior. «Durante 2022, en España, murieron más de 2 personas cada día a causa de la siniestralidad laboral, registrándose 1.196.425 accidentes, más de 3.277 diarios, y se dieron 22.589 casos de enfermedad relacionada con el trabajo. Tras las cifras, hay personas, con nombre y apellidos, que forman parte de una familia… En muchas ocasiones, las muertes en el trabajo son ignoradas, normalizadas e invisibilizadas. Este problema no aparece en nuestras conversaciones, ni en las noticias de los informativos. Vivimos de espaldas a una tragedia que tampoco está presente en las agendas políticas. Más aún, se tiende a percibir esta lacra como meros episodios individuales, que atañen sólo a quienes los sufren, achacando lo sucedido a la fatalidad o a la negligencia de los propios trabajadores. Pero la falta de salud laboral tiene que ver mucho con la calidad del puesto de trabajo» (Nota de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social, 28 de abril de 2023).

3. Finalmente, quisiera llamar la atención acerca de la situación de muchos trabajadores y trabajadoras inmigrantes, sobre todo de quienes no tienen su documentación en regla, para evitar toda forma de explotación. «Para la Iglesia, el emigrante, independientemente de la situación legal, económica, laboral, en la que se halle, es una persona con la misma dignidad y derechos fundamentales que los demás… El inmigrante no es una fuerza de trabajo, sino una persona» (Conferencia Episcopal Española, “La Iglesia en España y los Inmigrantes”, n. 5).

En el Primero de mayo tomemos conciencia de que todos podemos aportar nuestro granito de arena en esta realidad tan compleja y decisiva: los trabajadores y trabajadoras, siendo responsables en su ocupación y solidarios con los que padecen peores condiciones laborales; los empresarios y quienes tienen más recursos económicos, con su empeño por mantener y crear puestos de trabajo dignos; los gobernantes y sindicalistas, promoviendo que el trabajo de calidad llegue a todos y se destierre definitivamente la explotación de los más débiles; quienes se dedican a la a formación y a la información, denunciando las injusticias y transmitiendo el valor del trabajo para el crecimiento personal y la renovación social… Que San José, ejemplo de persona trabajadora, creativa, justa y fiel, nos acompañe e inspire.

+ José Antonio Satué
Obispo de Teruel y Albarracín

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