Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario – B – (29/09/2024)
El pasado domingo, Jesús nos invitó a acoger a los niños “en su nombre”. El evangelista relata, a continuación, la protesta de Juan, uno de los Doce, porque encontró a un exorcista que, sin pertenecer al grupo de los discípulos, actuaba con éxito “en nombre” del Maestro. Esta protesta dio pie a Jesús para exhortarles a ser tolerantes, pero también para amenazar a quienes son ocasión de tropiezo para «estos pequeños que creen»: (Mc 9, 38-43.45. 47-28).
– Los Doce quisieron blindar su relación contigo. Intentaron prohibir a los que «no son de los nuestros» que hicieran el bien en tu nombre -le he dicho al encontrarme con Jesús-.
– Querido -ha reaccionado cogiendo una taza de café en sus manos-, la tolerancia y la magnanimidad no se llevan bien con el afán de dominio, y mis discípulos aún no estaban curados del deseo de prestigio; por eso reivindicaban en exclusiva su relación conmigo.
– Y tú les paraste los pies al decirles: «No se lo impidáis. El que no está contra nosotros está a favor nuestro». Ya veo que el sectarismo y el narcisismo no casan contigo porque son excluyentes y pretenden monopolizar. Tomo nota.
– Y toma nota también de lo que dije a continuación -ha añadido con rostro serio-.
– Lo he recordado muchas veces, sobre todo lo de no obstaculizar a los débiles que se encuentren contigo. Dijiste que escandalizar o ser causa de tropiezo «para los pequeños que creen» es una vileza, pero ¿no te pasaste un poco con las amenazas? Echar a una persona al mar con una piedra de molino al cuello, cortarse la mano o el pie, o sacarse el ojo para no pecar suena a sadismo y a autolesión patológica -he dicho un tanto agitado-.
– Trata de entender el modo de hablar de las gentes de mi tierra en aquel tiempo -me ha dicho mirándome dulcemente para tranquilizarme-. Todos entendéis que, cuando se dice: fulano se “rasgó las vestiduras”, lo que se quiere decir es que mostró públicamente su sufrimiento interno, pero no que hizo pedazos sus vestidos. Este lenguaje metafórico era habitual entre mi gente y, en ocasiones, las imágenes eran tremendamente realistas: cortarse la mano o el pie y quitarse un ojo eran frases que aludían a eliminar de raíz la voluntad de dominio y la ambición insaciable y egoísta. Yo las utilicé para que me entendieran y para poner de relieve la llamada a eliminar la semilla de la que brota el mal y el escándalo, siendo conscientes de que esta semilla puede germinar dentro de cada uno. Como os dije el domingo pasado, es el corazón más que las manos lo que hay que lavar y limpiar con meticulosidad…
– Y, a juzgar por el impacto que producen las imágenes que utilizaste, en esto no puede haber tolerancia -he dicho mirándole como si buscara una cierta complicidad-.
– Efectivamente, la tolerancia es una virtud que nace cuando el corazón es capaz de acoger a los otros con amor y comprensión, pero cuando está en juego la inocencia de los pequeños, no es posible negociar, porque falta el amor y la comprensión de raíz.
– ¿Quieres decir que no hay algún residuo de amor en los que se enriquecen difundiendo las drogas o la pornografía entre los pequeños que están iniciándose en la vida?
– Tú lo has dicho. Pedid al Padre que no os deje caer en la tentación -me ha dicho con dolor y pesadumbre, y se ha despedido-.
Un comentario
Bonitas palabras! Diga al obispo que trate con misericordia a los de Torreciudad, aunque piense que «no son de los nuestros»…