LOS SALMOS
El libro de los salmos es el libro de la oración de Israel, de Cristo, de la Iglesia. Libro eminentemente ecuménico, donde confluimos en una misma oración: judíos, protestantes, ortodoxos y católicos. Es como el corazón del A.T. Todos han bebido en estas fuentes. Cristo cantaba los salmos y San pablo alude a ellos en sus cartas: “Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor”. (Ef. 3,19).
En la Iglesia primitiva se aprendían de memoria. San Jerónimo escribe a su amigo Gaudencio y le da un consejo para educar a su hija Pacásula:”Cuando tenga siete años que aprenda de memoria el salterio”. A fines del siglo IV, en una carta que escribe Santa Paula a Santa Úrsula, le relata las costumbres de Belén: “En la Aldeita de Jesús todo es campestre y, fuera del los salmos, silencioso. A cualquier parte que te vuelvas: el labrador que guía su carreta canta aleluya; el segador atempera el peso del día y del calor cantando salmos; el viñador podando su viña canturrea algún canto de David. Son las canciones de amor de esa región”.REZADOS
Los salmos no son otra cosa que la vida del Pueblo de Israel, puesta en oración. Todos nuestros gritos humanos: La angustia ante el sufrimiento o la muerte; la explotación de la sociedad: la rebeldía ante el absurdo del mundo o el silencio de Dios, nos enseñan de este modo que, incluso en lo más negro de nuestras rebeldías, Dios está presente y grita con nosotros, por medio de nosotros. Este Pueblo, aunque esté desterrado en Babilonia, jamás ha cortado “el cordón umbilical” que le une a su Dios. Por otra parte, este pueblo no sólo ha dado gracias a Dios por la Creación y lo bien que ha llevado la Historia, sino que ha creado el género “HIMNO”. Y ha llevado así la oración a la cima más alta. El himno es la oración más desinteresada. Sólo le interesa Dios y su voluntad. El salterio está impregnado de la palabra “Aleluya” Y en los cinco últimos salmos, del 146-150 se comienza y acaba con un Aleluya. Entre todos los seres que han recibido un “aliento de vida” está el ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios. El hombre tiene el deber de recoger todos los ecos, los susurros, los sonidos de la creación y lanzar a los cielos, lleno de emoción y estremecimiento, el último ALELUYA. “El libro de los salmos sigue siendo la fuente ideal de la oración cristiana, y en él seguirá inspirándose la iglesia en el nuevo milenio” (San Juan Pablo II)
POR UN CRISTIANO
Los salmos están a medio llenar de sentido. En el salmo 8 el salmista impresionado por el espectáculo de una noche serena con un cielo tachonado de estrellas, se hace unA pregunta: ¿qué es el hombre? La pregunta queda abierta. El hombre perfecto, rey de la creación, será Jesús de Nazaret.
Fue el propio Jesús el que nos enseñó a leer la Biblia en sentido cristiano. A dos discípulos que iban camino de Emaús se les acercó y les dijo:” Era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre él en la Ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lc.24,44).
El gran S. Agustín nos dirá: ”Cuando leo los escritos de los profetas y los salmos y no encuentro en ellos a Cristo, su lectura me parece sosa e insípida. Pero si descubro en ellos a Cristo, su lectura se me hace sabrosa y embriagadora”. “Si al orar un salmo no has encontrado a Cristo. ¡vuélvelo a rezar! Porque te has perdido lo mejor. (Lc. 24,44) (Cardenal Ildefonso Schuster)DEL SIGLO XXI
No cabe duda de que este siglo XXI tiene unas sensibilidades especiales con relación a la guerra, a la violencia, a la tortura, a la pena de muerte. De hecho el Papa Francisco ha modificado el artículo 2267 del Catecismo donde se admitía la pena de muerte para “la tutela del bien común”. El Papa Francisco dice: ”La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”. Esto habrá que tenerlo en cuenta para algunos salmos. Y acudir al evangelio de Jesús: “Habéis oído que se dijo… pero yo os digo”…
Intentaremos dar a los salmos un aspecto positivo. Y, como María en el Magníficat, que toma la letra de otros himnos del A.T pero “no aparece el tema de los enemigos ni del juicio de Dios” (F. Bovón) seguiremos tomando la letra del A.T. pero cantaremos los salmos “con la música del Nuevo”.