Finalmente, la cifra de peregrinos que hemos visitado al Apóstol estos días es de 14.000, aproximadamente. 14.000 rostros, sonrisas, sueños distintos. Y 14.000 vocaciones.
¡Qué final más redondo para una experiencia tan especial! Esta mañana, nos hemos preparado para marchar. Caras de sueño, sí, pero también de ilusión. Una ilusión incomparable, porque no somos los mismos que cuando todo empezó. Algo ha cambiado.
Así amanecíamos, bien pronto, en el Monte del Gozo, al que hemos llegado por medio de distintos autobuses. Una vez allí, hemos recogido la comida para luego y hemos esperado en las mismas gradas que ayer para celebrar la Santa Misa de clausura de la Peregrinación Europea de Jóvenes 2022.
Un mundo donde nadie se salva solo.
Presidida también por el enviado de Francisco, Mons. Antonio Augusto dos Santos Marto, la Eucaristía ha sido televisada y ha contado con la participación de todos los peregrinos europeos. Esa es la razón por la que se han utilizado diversos idiomas: inglés, español, italiano, portugués, y francés.
Uno de los signos de la comunión vivida durante esta celebración ha sido el de la paz. Todos los peregrinos abrazándose como si el Espíritu Santo planease sobre el monte. Los cantos, además, han sido variados, amenos y participativos.
Dos Santos Marto ha ofrecido una homilía dedicada a los jóvenes, animándoles a ser comunidad discípula misionera, en medio de «un mundo donde nadie se salva solo». Asimismo, el arzobispo de Compostela, Mons. Julián Barrio, ha tenido palabras de agradecimiento y ánimo para ellos.
El viaje de vuelta ha sido una odisea de doce horas, una parte integrada e integradora de la vivencia tan especial que ha supuesto la peregrinación.
Cuando echamos la vista atrás, recordamos distintos momentos de la PEJ22 que hemos atravesado juntos. Momentos que han supuesto un antes y un después para nuestras vidas. Porque no solo se trata de las huellas que ha dejado cada peregrino durante este Camino, sino de la huella que la Peregrinación ha dejado en él.
