Menudo desayuno nos ha servido el equipo de Teruel, dándolo todo, al que ha seguido una oración cantada llena de motivación para el comienzo de un Camino único.
Salíamos a las 7 de la mañana y, atravesando lugares únicos, preciosos, llenos de mar y verde, hemos aterrizado en Pontedeume a mediodía.
¿La comida? Espectacular. Algunos, incluso, se han atrevido a tomarse «un algo» antes, creando lazos que —sabemos— serán para siempre.
Sólo por amor se vive y por amor se muere. Y morir por amor es lo más de lo más.
A continuación, hemos tenido la oportunidad de conocernos más a nosotros mismos y entre todos. ¿Cómo? Jugando. Una serie de dinámicas por grupos han precedido a una Eucaristía única en la que la homilía de Mons. Ángel Pérez Pueyo ha arrancado un aplauso: «Sólo por amor se vive y por amor se muere. Y morir por amor es lo más de lo más», ha dicho.
Más adelante, mientras los jóvenes se relajaban, los obispos han tenido la oportunidad de encontrarse con el alcalde de la localidad.
La jornada ha terminado, tras la cena, con un magnífico concierto de Rubén de Lis, que ha gozado con un público tan animado como pocas veces había visto, en sus propias palabras.
El sello que hoy hemos estampado aquí en Pontedeume ha sido un sello único. Único en su alegría, sus sonrisas, su energía. El camino que recorremos nos llevará a Betanzos, nuestra próxima parada. ¡Mañana, más! Y mejor, si es que cabe.