Paola Pablo es mucho más que dos carreras universitarias y 66 mil seguidores en redes, mucho más que una luchadora que cruzó el charco que separa América y Europa, mucho más que una cantautora de éxito internacional. Ella es testigo de Jesucristo. Así se define esta joven de 28 años que ha llenado de ilusión el corazón de todos los asistentes a la Jornada Diocesana de la Juventud (JDJ), celebrada en Zaragoza.
@paolapablord. 400 jóvenes, una organización entregada, un día muy especial… ¿cómo estás viviendo estos momentos?
Estoy muy contenta, muy agradecida con el Señor por estar aquí. Él es quien me permite venir a evangelizar con mi música a tantos jóvenes… ¡Es mi segunda vez en Zaragoza! Veo cómo todos se están involucrando, con un ambiente muy familiar, muy cercano y muy amistoso. Ya se me han acercado unos cuantos jóvenes para saludar, por ejemplo. Se siente la Iglesia como familia, y lo agradezco mucho.
Llevas ya cinco años aquí, en España, y te defines en Instagram como «cantautora católica». ¿Cuál es la clave para integrar todo el proceso que estás experimentando?
Yo soy dominicana. Vine aquí a España, a Madrid, originalmente, para terminar mis estudios de negocios. Pero luego me quedé, porque sentía esa llamada del Señor a seguir la misión aquí: la evangelización con la música y con los medios digitales. Además, para seguir profundizando en el conocimiento de Dios, estoy cursando Teología. Estoy en mi tercer año ya. ¡Es así, uno va conociendo poco a poco, pero luego quiere más y más!
Como te digo, mi orientación es hacia la música y tengo las producciones musicales en todas las plataformas digitales. Y también la evangelización en las redes sociales. “La siento” muy importante, porque allí están los jóvenes hoy en día. Siento que hablarles en su propio lenguaje, encontrarles en el lugar donde están… Lo siento muy “parte de mi misión”: ir allí donde están ellos.
¿Dirías que la Iglesia Católica es una Iglesia joven?
¡Sí, sin duda alguna! Sin duda alguna. ¿400 jóvenes aquí? Y cuando nos vimos en Santiago, ¡que éramos 14 mil! Claro que sí. Claro que estamos los jóvenes. Y claro que, cada vez más, queremos servir en la Iglesia. Porque antes estaban pero tal vez “no se sentían”. Pero ahora, en España, desde hace unos años, está habiendo una revitalización.
Como sabes, celebramos también hoy el DOMUND, con el lema “Seréis mis testigos”. ¿Somos conscientes los jóvenes de nuestro potencial misionero?
Los jóvenes nos estamos poniendo delante y también sentimos esa llamada. Pero es que eso no es solamente para ciertas personas escogidas. Es que todos estamos llamados a ser misioneros. A servir en nuestra propia iglesia nuestra Iglesia local, en nuestra familia, en los grupos de jóvenes, dar Catequesis… Ahí los jóvenes tenemos una presencia muy importante. Ahora estamos levantándonos y tomando el lugar al que el Señor nos ha llamado.
Todos somos diferentes. Cada uno tenemos un carisma diverso. Pero remamos hacia un mismo horizonte.
Paola, de todo lo que has descubierto estos años de misión, ¿qué es lo que te gustaría destacar?
Uno tiene la errónea concepción de pensar: “Bueno, cuando ya aprenda, el Señor va a poder contar conmigo”. Pero es una total mentira, una falacia que tenemos ahí en la cabecita… Es, quizás, el mismo Enemigo, que no quiere que nos lancemos. ¡Pero no! El Señor nos conoce y nos escoge tal y como somos. Tal y como estamos ahora mismo. Y es Él el que nos capacita. Esa frase que también está en la Biblia: “Él no elige a los capacitados sino que capacita a los que ha elegido” [cf. 2 Co 1, 21s]. ¡Y a los que le dicen que sí!
Yo he sentido esa fidelidad del Señor, que a veces a uno se le olvida por X o Y, pero luego lo sigo reaprendiendo en mi vida: el Señor no me deja, el Señor me sigue escogiendo a pesar de mi flaqueza. Incluso, esa miseria Él la usa para atraer a otro, como diciendo: “Mira lo que estoy haciendo con esta persona. Lo puedo hacer contigo también”. Yo estoy siendo testigo de eso, de cómo el Señor llama a través de mi pobreza, de lo poco que soy ahora. Toma cinco panes y dos peces, y los multiplica.
Formas parte del equipo de evangelizadores digitales que participa del Sínodo sobre la Sinodalidad. ¿Cómo te sitúas en medio de este proceso?
Siento que son pasos que, muy guiados por el Espíritu Santo, estamos dando todos juntos como Iglesia. Nosotros, como jóvenes y evangelizadores digitales, estamos recogiendo información. En nuestro caso, nos reunimos todos para escucharnos y apoyarnos mutuamente. Hay mucho camino y yo estoy muy contenta de que, juntos como Iglesia, lo estemos llevando a cabo. El Espíritu Santo sigue queriendo repoblar la Nación y extendiendo la Fe. Ahora la Iglesia tiene que estar más unida que nunca. Así que ahora es buen momento para conciliar esas diferencias y para caminar todos juntos. A ver, todos somos diferentes. Cada uno tenemos un carisma diverso. Pero remamos hacia un mismo horizonte.
Finalmente, ¿qué huella querrías dejar?, ¿cuál sería tu mensaje de hoy para los jóvenes que van a escucharte en concierto?
Justamente, celebramos ayer a San Juan Pablo II. Resonaba en mi corazón aquello de “No tengáis miedo. Abrid las puertas a Cristo”. ¡Cien por ciento! Él es nuestra felicidad. Entonces, quiero hacer eco y animar a los jóvenes a que no tengan miedo a lo que el Señor quiere hacer en nuestra vida. Es algo fabuloso. ¡Mucho mejor que lo que podríamos soñar, mucho mejor que los planes que hemos construido! Hagamos tiempo para escuchar a Dios, para preguntarle: “Señor, ¿qué has soñado Tú para mí? ¿Cuál es mi misión en esta vida? Yo quiero hacer algo grande, pero quiero que sea algo a través de Ti. ¡Hazlo tú en mí!, más bien, ¿no? ¡Hazlo tú en mí!
Somos oro y, al margen del refrán que dice que no es oro todo lo que reluce, lo que es oro sí tiene que brillar. No tengamos miedo a brillar, a iluminar con esa luz que es propia de Cristo y vive en cada uno de nosotros.
