Panamá 2019, la JMJ de los aragoneses

Diócesis de Zaragoza
23 de enero de 2019
Después de unos días por Costa Rica por fin hemos aterrizado en Panamá.
Somos algo más de cincuenta  españoles coordinados por el Departamento de Pastoral Juvenil de la CEE. La primera parada ha sido en David para vivir los ‘Días en las Diócesis’, el impacto inicial fue brutal: la acogida calurosa, el cariño de las familias que nos abrían sus hogares y un constante agradecimiento de que estuviéramos allí. Hemos compartido la oración, las celebraciones, conocidos los proyectos de desarrollo local y la implicación de estas comunidades Cristianas en la evangelización de las personas que viven aquí su Fe. Nos sentimos privilegiados por su hospitalidad. Llevaban meses esperándonos y habían preparado hasta el más mínimo detalle, en cada visita, en cada celebración, nos obsequiaban con algún regalo. Nuestros maletas poco a poco se han ido llenando.
El sábado nos desplazamos a la ciudad de David donde nos esperaban el resto de grupos que como nosotros habían sido acogidos en las distintas parroquias de la diócesis. Fue una gran fiesta: polacos, hondureños, norteamericanos, coreanos,…juntos en el estadio de béisbol local.
Y ya por fin hemos llegado a Panamá ciudad. La gente se ha volcado con el encuentro: las parroquias, las calles, la policía, los voluntarios…la gente está feliz de acoger una Jornada Mundial de la Juventud. Estos días han dado vacaciones a casi todos los trabajadores para permitir que la gente y sobre todos los jóvenes puedan participar en todos los actos.
Pensábamos que sería la JMJ de América, por la ubicación, las fechas,… sin embargo hay muchos grupos europeos, africanos y asiáticos.
Si hay una palabra que describe lo que estamos viviendo en Panamá estos días es Vida: la liturgia es larga y muy viva, llena de cantos y palmas, la gente por la calle no deja de saludarnos y darnos la bienvenida, las distintas familias que nos han acogido, tanto en David como en la capital, no dejan de mostrar su agradecimiento. Estamos descubriendo una iglesia llena de vida que no olvida sus raíces, continuamente nos recuerdan que pertenecemos a la Madre Patria, que les ha transmitido la fe y que quizá ahora se encuentre muy necesitada de esta vitalidad. Los privilegiados que estamos disfrutando de todo esto hemos comenzado ya a contagiarnos.

José Benito Gallego Marchante

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