Mons. José Alberto Serrano: «Invitar al banquete significa también invitar a un modo de vida de encuentro con los demás»

David López
20 de octubre de 2024

El obispo emérito de Hwange, en Zimbabue, es un aragonés que fue ordenado en febrero de 2007, poco antes de cumplir los 65 años y con más de 37 de vida misionera en el país africano. Hoy colabora en una parroquia rural de su diócesis, a donde espera volver tras sus vacaciones en Zaragoza, la ciudad que lo vio nacer un 14 de abril de 1942. Desde allí nos da su testimonio como misionero, con motivo de la Jornada del Domund que celebramos el 20 de octubre. 

El Domund es el día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones. Iglesia en Aragón se ha querido detener este año en la de Hwange, al oeste de Zimbabue, cerca del Parque Nacional de las Cataratas Victoria. Hasta allí llegó un jovencísimo Alberto -como le llaman los sacerdotes españoles en la misión- en 1970. Después de más de medio siglo después, las cosas han cambiado mucho, tal y como él mismo nos indica. «Cuando llegamos no había ni un solo sacerdote local. Éramos todos españoles. Hoy son 80 curas repartidos en las dos diócesis en las que se convirtió la diócesis primera». Este crecimiento en la fe es fruto de una labor misionera que, como dice “Bishop Alberto”, «no acaba nunca». Entendiendo la misión «no sólo como propagación de la fe sino también como promoción de la Iglesia local y de la mejora de la vida de sus integrantes». 

 

Laicos comprometidos

En el caso de Hwange, el trabajo de los laicos ha sido esencial en el crecimiento de la diócesis. Los seglares han asumido diferentes ministerios con normalidad. «Es el camino», asegura este obispo convencido de que «el papel del sacerdote es imprescindible pero es la acción de los laicos la que lleva término el desarrollo de la comunidad». 

Sinodalidad

Con esta misma naturalidad, se vive también en la Iglesia de Hwange el espíritu sinodal del que tanto se habla ahora. «Como crecimos de cero, la idea de caminar juntos, aportando diferentes visiones ha sido una constante desde el principio». Como relata José Luis Lázaro, uno de los sacerdotes que convivió con él en esta misma diócesis, «él ha tratado de vivir y ser Evangelio en cada encuentro, reunión o celebración; apartándose de todo aquello que provocara división o desencuentro; siendo testigo en la escucha, y maestro paciente en una iglesia joven -poco más de 50 años de vida- donde “todos quieren opinar y asumir las principales responsabilidades con poco tiempo de madurez humana y ministerial”». 

Id e invitad a todos al banquete

El lema del Domund de este año es precisamente una llamada al encuentro con Jesús, que se concreta en la eucaristía vivida como un banquete. En este punto, la vivencia de la fe en esta parte de África ofrece pocas dudas. «Aquí las eucaristías tienen ese sabor a fiesta que es propio de un banquete donde se celebra algo, en este caso el encuentro gozoso y feliz con Jesucristo», dice Mons. Serrano, quien añade que «invitar al banquete significa también invitar a un modo de vida de encuentro con los demás». Palabras que deberían interpelarnos como cristianos, pendientes muchas veces de vivir una fe anónima y alejada de la comunidad a la que pertenecemos. 

Hay 1.126 territorios de misión, que representan un tercio de las diócesis del mundo.En ellos, se encuentran el 44% de las escuelas de la Iglesia Católica y el 30% de sus instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias…) Con los donativos del Domund, Obras Misionales Pontificias ayuda cada año a todos y cada uno de los Territorios de Misión en nombre del papa.

 

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