Ayer jueves celebramos las bodas de oro sacerdotales de Don Miguel Juan Cebrián y Mons. Joaquín Gimeno y las de plata de don Antonio Martínez.
La jornada comenzó en el Colegio Las Viñas, con una oración comunitaria y una charla de Mons. Juan Carlos Elizalde Espinal, obispo de Vitoria. Después del sencillo acto de homenaje, fue la comida de hermandad de los sacerdotes.
A las cinco de la tarde tuvo lugar la solemne Eucaristía en la Catedral de Teruel. Nuestro Obispo, en su homilía, agradeció la labor de los sacerdotes que celebrar sus bodas ya que a veces encuentran muchas dificultades:
«Damos gracias a Dios y os damos las gracias a vosotros, queridos sacerdotes. La inmensa mayoría de los diocesanos y diocesanas de Teruel y Albarracín valoran y se sienten bendecidos con vuestro ministerio y, por otra parte, conocen la frialdad que encontráis en algunas parroquias, que a veces no recibís el suficiente apoyo por parte de la misma diócesis, que en ocasiones os sentís poco valorados y desanimados…»
Don José Antonio aprovechó la ocasión para reflexionar acerca del ministerio sacerdotal «y discernir, a la luz de la Palabra de Dios, las llamadas que Él nos dirige». En concreto habló de dos llamadas:
«La primera llamada: cambiar nuestro modo de afrontar el momento de la historia que nos ha tocado en suerte. Nuestro mundo vive un cambio de época y no sólo una época de cambio». Les animó a no dejarse llevar, no caer en la tentación del lamento y la nostalgia, y aprovechar la oportunidad que se les presenta.
La segunda llamada aparece en el Evangelio: «El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca», que nos invita a pasar de la teoría a la acción, de las ideas a la vida, y para ello la oración es vital para el encuentro con Dios.
Acabó la homilía agradeciendo su labor pastoral «Queridos Miguel, Antonio y Joaquín, muchas felicidades y muchas gracias, a vosotros y a Dios».