Miércoles Santo: 27 de marzo de 2024

Raúl Romero López
25 de marzo de 2024

¿Cuánto me queréis dar?

1.- Oración introductoria.

En la oración de este miércoles santo quiero pensar en la traición de Judas. Y me horroriza lo que dice el evangelio: “Uno de los doce”. Uno que había comido y bebido contigo tantas veces. Uno que había escuchado de tus labios las palabras más dulces, más bondadosas, más misericordiosas. Y ahora te vende y te traiciona tan mezquinamente. Me pongo a temblar al pensar que también yo, a pesar de ser discípulo tuyo toda la vida, puedo acabar mal. ¡No lo permitas, Señor!

2.- Lectura reposada del evangelio.  Mateo 26, 14-25

Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua?» Jesús contestó: «Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.» Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Llegada la tarde, Jesús se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, les dijo: «En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.» Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo, Señor?» Él contestó: «El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato. El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!» Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: «¿Seré yo acaso, Maestro?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho.»

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

A los evangelistas les debió costar mucho el poner en el evangelio que aquel que traicionó a Jesús era “uno de los doce”. A pesar de ir en contra de “su grupo” lo pusieron. Es cierto que el “colegio apostólico” quedó manchado con ese pecado de traición, pero no quisieron ocultarlo ni taparlo. Que sirva de ejemplo para las comunidades cristianas posteriores. Una lección que nos está dando el Papa Francisco todos los días. Dentro de la Iglesia hay traidores que venden a Jesús a precio de dinero, de poder o de búsqueda de privilegios o dignidades.

¿Cuánto me queréis dar? Judas ni siquiera pone precio. El precio lo ponen los compradores. Jesús en el mercado vale muy poco. Y sin embargo nosotros para él valemos mucho. “No nos ha comprado con oro ni plata sino con su preciosa sangre”. (I Pedro 1,19). Dios nos ha hecho libres y sabía bien a qué se arriesgaba. Y, sin embargo, prefirió ir a la cruz, antes de cercenar nuestra libertad. Si tanto valora Dios nuestra libertad que nos deja libres para hacer el mal, ¿hemos pensado en la alegría que podemos dar a Dios haciendo el bien libremente, porque queremos, porque nos gusta, porque nos apetece, porque nos encanta el agradarle? Jesús hacía uso de su libertad de esta manera: “hago siempre lo que le agrada al Padre”. (Juan 8,29).

Palabra del Papa

“Este acto dramático marca el inicio de la Pasión de Cristo, un doloroso camino que Él elige con libertad absoluta. Él mismo lo dice claramente: «Yo doy mi vida. Nadie me la quita: la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y el poder de recobrarla». Y así comienza el camino de la humillación, del despojo, con esta traición. Es como si Jesús estuviera en el mercado. ‘Este cuesta treinta denarios’. Y Jesús recorre este camino de la humillación y del despojo hasta el final. Jesús alcanza la humillación completa con la «muerte en la cruz». Se trata de la peor de las muertes, la destinada a los esclavos y a los delincuentes. Jesús era considerado un profeta, pero muere como un delincuente. Mirando a Jesús en su pasión, vemos como en un espejo también el sufrimiento de toda la humanidad y encontramos la respuesta divina al misterio del mal, del dolor, de la muerte […] Esta semana nos hará bien a todos nosotros mirar el crucifijo, besar las llagas de Jesús, besarlas en el crucifijo. Él ha tomado sobre sí el sufrimiento humano, se ha endosado todo ese sufrimiento.» (Catequesis, S.S. Francisco, 16 de abril de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.- Propósito: Todo lo que haga en este día lo haré sólo por agradar a Dios.

6.- Dios me ha hablado hoy por medio de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, quiero darte gracias por haber comprendido un poco más lo grande que es nuestra libertad. Tú la respetas tanto que has preferido ir a la muerte por defenderla. Y la mejor manera de defenderla es haciendo buen uso de ella. Haz, Señor, que yo siempre la emplee para el bien.

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