Las secciones de instrumentos de las cofradías de Barbastro anunciaron la cercanía de la Semana Santa con el sonido de las cornetas y tambores resonando por las calles de la ciudad en el Miércoles de Ceniza. A las puertas de la S.I. Catedral de Barbastro les aguardaba el obispo, Ángel Pérez, que presidió la eucaristía e impuso la ceniza a los fieles, muchos de ellos cofrades, que nuevamente llenaron el templo. «Absténgase los cobardes», retó don Ángel a los asistentes en el inicio del tiempo la Cuaresma, invitándoles a conectar con Dios haciendo la señal de la cruz.
El párroco moderador de la Unidad Pastoral Pastoral de Barbastro, Joaquín Trujillo, marcó en su homilía tres signos. El primero, unos auriculares que recuerdan la necesidad de «practicar la oración en la que escuchamos al Dios que nos habla y encontramos al Dios que se deja hablar, que nos escuchar, que nos acompaña… La oración nos ayuda a sanar el corazón«. El segundo, la maza de un tambor, que presentó como señal de los hacemos. «Si lo hacemos mal, sonará enormemente, porque el mal hace mucho ruido; el bien pasa desapercibido«, resumió y recordó que es «necesario hacer sacrificios para que el bien comunitario se mantenga». La ceniza fue el último signo de la celebración, «ceniza que fue rama, árbol y que hoy ha dado lo mejor de sí como signo de conversión», como todos hemos de donarnos, entregarnos y sacrificarnos. En definitiva, señaló, oración, compartir y sacrificio, en el convencimiento de que «solo podemos crecer desde abajo«.
La imposición de la ceniza, que junto a don Ángel y Trujillo repartieron también los párrocos in solidum Juan José Herrera y Omar Quilcaro, estuvo acompañada por los tambores y cornetas de la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. Además, las cofradías locales participaron activamente en la eucaristía, poniendo voz a las moniciones, lecturas, preces y oraciones en una jornada que coincidió con el octavo aniversario de la ordenación del obispo.