Los exorcistas advierten de que la acción extraordinaria del demonio suele estar precedida de “juegos” con cosas que no vienen de Dios. Unas 400.000 personas en España están vinculadas a movimientos sectarios.
El sacerdote zamorano Luis Santamaría del Río, experto en fenómenos esotéricos y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), destaca el desafío cultural que afronta la Iglesia para que la gente colme su dimensión trascendente con Dios y no recurra a falsas terapias. Hablamos con él aprovechando su paso por Zaragoza, donde ha impartido un curso a los profesores de Religión los días 16 y 17 de septiembre.
Formación y ayuda. Empecé a interesarme por las sectas con 15 años, a raíz de un trabajo en el instituto. Descubrí que había mucha gente necesitada de ayuda. Sobre todo en los momentos de crisis. Cuando empieza a tambalearse todo, cuando falla el proyecto de vida, necesitamos agarrarnos a algo. El mundo ha expulsado a Dios, pero ha dejado que su hueco sea llenado por diosecillos que nos deshumanizan. Lo espiritual está más presente que nunca, pero muchas veces en formas patológicas.
En auge. Los focos están en grupos religiosos de origen cristiano, como los Testigos de Jehová, que son más de 100.000 en España. Los encontramos también, cada vez más, en todo lo que rodea a terapias naturales, meditación, sanación, energías… Existen grupos esotéricos que captan a través de actividades culturales, o movimientos como la ‘New Age’, que hablan de meditación y terapias alternativas. En Aragón, por ejemplo, está presente un grupo que difunde el yoga, denominado “Yoga-Tantra”, que no dice en su publicidad que su líder está detenido por la Justicia francesa por cargos de sexo con menores y por haber hecho una película pornográfica con sus adeptas.
Reto y autocrítica. La Iglesia ve las sectas como un desafío cultural, pues nos demuestran que el ser humano es religioso por naturaleza. Si esa nostalgia de lo sagrado que hay en la persona no se llena con una vivencia religiosa sana, entran las vivencias patológicas. Debemos plantearnos por qué hay personas que no aceptan nuestra evangelización y sí el mensaje de movimientos sectarios. Es muy importante la formación, la catequesis y la experiencia de Dios en la oración. Las comunidades tienen que ser verdaderas familias, donde se comparta la vida y no sólo se vaya a misa el domingo.
Halloween. Me preocupan este tipo de celebraciones. En vez de proponer a los santos, se proponen los monstruos. Hay que sacar a la luz lo luminoso de la realidad humana, en vez de promover lo oscuro. Si no proponemos eso a nuestros niños y jóvenes, corremos el riesgo de que, en cuanto crezcan un poco, se enganchen a ofertas esotéricas.
Yoga. Debemos pensar si es simple gimnasia o conlleva algo más. Puede llegar a ser incompatible con la fe. ¿A dónde me lleva el maestro? Si me dice el cuerpo no sirve para nada, me llevará a ver que yo soy Dios. Cuando una persona se cree superior al resto, es capaz de hacer barbaridades. Pensemos en el trasfondo esotérico del nazismo.
Alerta. La Iglesia debe hablar del demonio. La superstición nos aleja de Dios y nos conduce a peligrosos atajos. Y también de las sectas, grupos autónomos que anulan la libertad. Entre los jóvenes españoles encontramos más gente que cree en la reencarnación que en la resurrección. Debemos estar alertas: hay una secta para cada tipo de persona.