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Los laicos asumen su misión: Carmen, Rosario y Jesús comparten su visión del #Congreso2020

José María Albalad
11 de marzo de 2020

Aunque no siempre es fácil transmitir el tesoro de la fe en la vida cotidiana, los laicos están llamados a vivir con Cristo la alegría de la fe. Carmen, Rosario y Jesús comparten desde las diócesis de Barbastro-Monzón, Jaca y Huesca sus impresiones del congreso ‘Pueblo de Dios en salida’.

[button color=»white» size=»normal» alignment=»none» rel=»follow» openin=»samewindow» ]CARMEN ALASTRUÉ, MÉDICO [/button]

Experiencia de comunión. El viaje, compartido con las seis diócesis aragonesas, fue en sí mismo un camino en comunión, una experiencia de sinodalidad: rezamos juntos, comimos, charramos y hasta nos perdimos, un poco, por Madrid. El congreso fue también un trabajo maratoniano, aunque muy interesante. Yo me sentí parte de un proyecto eclesial, comprometida en la misión de la Iglesia, desde la especificidad laical, y con ganas de transmitir esta experiencia al resto de laicos de Barbastro-Monzón.

Acompañamiento. Los laicos necesitamos formación (¿quién no la necesita?), para ser capaces de dar razón de nuestra esperanza. Son necesarios los grupos de compartir y madurar la fe, con acompañantes que son, a su vez, acompañados.

Corresponsabilidad. Necesitamos superar el clericalismo, tanto los sacerdotes como los laicos, para ser capaces de aplicar la corresponsabilidad. Es necesario reavivar las estructuras de participación a nivel parroquial.

Seguir caminando. Sobre la base del congreso, debemos discernir qué actitudes convertir, qué procesos activar y qué proyectos proponer. Así llegarán los frutos a las diócesis.

[button color=»white» size=»normal» alignment=»none» rel=»follow» openin=»samewindow» ]ROSARIO GARCÍA, CATEQUISTA [/button]

Encuentro histórico. El congreso ha sido una experiencia de fe y esperanza, enriquecedora e histórica. Lo he vivido con ilusión y mucha emoción, al ver a tantos cristianos dispuestos a vivir su vocación laical en la Iglesia, siendo testigos en diversos ambientes de la sociedad: la familia, el trabajo, la cultura, la economía, la política, etc. Una Iglesia que se “arremanga”, como dice el papa Francisco, para salir y hacer resonar con fuerza el Evangelio.

Discípulos misioneros. Debemos hacer realidad esa palabra tan de moda: la sinodalidad. Caminar juntos, vivir la comunión, así como el compromiso y la responsabilidad de los laicos en las tareas de la Iglesia, con una formación integral y continuada, especialmente, en la Doctrina Social de la Iglesia. Hay que tomar conciencia de que, desde nuestro bautismo, estamos llamados a ser discípulos misioneros.

Pueblo de Dios en salida. Salir para anunciar la alegría de la fe vivida en y con Cristo. Queda camino por recorrer y no es sencillo. Pero el Señor nos acompaña y, con la protección de María, como en el primer Pentecostés, iremos forjando el camino hacia Dios. La oración y los sacramentos nos ayudan en esta misión, la de transmitir el tesoro de la fe y de contribuir a la construcción de un mundo más justo, solidario y humano.

[button color=»white» size=»normal» alignment=»none» rel=»follow» openin=»samewindow» ]JESÚS NÚÑEZ, PROFESOR [/button]

Nervios e ilusión. Al principio lo viví con nervios, por la responsabilidad que tenía como director de la Comisión de Apostolado Seglar de Huesca, ya que hay que recordar que durante casi un año lo hemos estado trabajando en las distintas diócesis. Esos nervios se fueron convirtiendo en ilusión y, ya en Madrid, fue un gran gozo poder vivir esa experiencia junto con otras 2.000 personas de toda España.

Actitud positiva. Me quedaría con la actitud de la gente, volcada para que el congreso dé frutos. Empezando por los laicos y llegando hasta la ilusión de nuestros obispos.

Nueva evangelización. Por grupos se trataron muchísimos temas, pero destacaría los ánimos que nos infundieron en el acto inaugural, la llamada constante a vivir nuestra vocación de laicos coherentemente, la importancia de la sinodalidad y nuestra misión de evangelizar.

Compromiso y coherencia. Ahora empieza el postcongreso, una fase que afronto con esperanza e ilusión, para que provoque una verdadera transformación a nivel individual en los laicos y a nivel general en los distintos grupos, movimientos, asociaciones y diócesis. Que sirva para fomentar un laicado coherente y comprometido con la sociedad y con la Iglesia, un laicado “en salida”.

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