«Los bolivianos están más preocupados por la situación de España que por la de su país»

Diócesis de Tarazona
17 de abril de 2020

«No salgo de casa. Al tener 65 años no puedo salir». Eso nos cuenta desde Cochabamba, en Bolivia, el sacerdote Florián Cuenca, que lleva más de un año desarrollando su labor pastoral en la misión que allí tiene la diócesis de Tarazona, junto al también sacerdote diocesano, Prosper Mbabazi. Los dos se encuentran bien y, a pesar del confinamiento por el COVID-19 decretado por el gobierno boliviano, siguen trabajando desde casa.

Las medidas prohiben salir a la calle a los mayores de 65 años, mientras que las personas de 18 hasta los 65 solo pueden salir un día a  la semana de 7 a 12 de la mañana, según su número del carnet de identidad. «Tampoco se puede utilizar el coche particular y el transporte público no funciona», nos explica Florián Cuenca.

«La situación en Bolivia no es tan grave como en España -hay 354 infectados y 28 fallecidos- y el gobierno ha implantado muy pronto las medidas de confinamiento». Añade que si la pandemia fuera tan seria como lo está siendo en otros lugares,  sería «catastrófica» puesto que el sistema sanitario en el país andino es muy precario. Nos cuenta que los bolivianos están más preocupados por lo que está pasando en España puesto que muchos de ellos tienen familiares viviendo en nuestro país.

Al estar prohibidas las reuniones no se ha podido celebrar la Semana Santa en las iglesias, pero para ayudar a la gente a  hacerlo en sus casas, Florián Cuenca se ha ocupado de mandar a sus feligreses de la parroquia de Santa Mónica, a través de whatsapp, el texto del evangelio correspondiente a cada día de la Semana Santa y una oración para reflexionar. «Porque leyendo la Palabra de Dios y reflexionando sobre ella, podemos sentir que el  Señor se nos hace presente hablándonos».

Además del consuelo espiritual y de la oración, el sacerdote se ha encargado de coordinar el reparto de alimentos a una cincuentena de casas. «A través del teléfono he ido coordinando para ver qué se entrega, a quién, a dónde… Para ello hemos pedido un permiso a la subalcaldía y un seglar de Cáritas y una religiosa se encargaron  de repartir la comida por las casas». Las tres comunidades religiosas que hay en la parroquia también reparten alimentos a quien lo necesita.

El comedor en el que a diario comían niños y niñas se ha tenido que cerrar, pero a las familias muy necesitadas se les sigue prestando el servicio ya que pueden comer en las casas de los religiosos o se les reparte comida. «El gobierno ha decretado una serie de ayudas para las familias que no tienen trabajo, ayudas por hijo, que ahora se están comenzando a dar y que evitará que la situación se agrave más», nos ha dicho el sacerdote.

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