Fernando Puértolas fue ordenado diácono al servicio de la Iglesia de Zaragoza el pasado 29 de abril y está desempeñando su ministerio en la parroquia de Valderrobres. Aún así, ha sacado tiempo para unirse a la peregrinación diocesana de enfermos que, organizada por la Hospitalidad de Lourdes y presidida por el arzobispo Vicente, tuvo lugar del 6 al 9 de julio. Nos ofrece su testimonio:
“He ido a Lourdes con la Hospitalidad siete años. Esta es la primera vez que he ido como diácono y… la más especial. Cuando llegué y fui a la gruta, me emocioné al darle gracias a la Virgen por la ordenación y le pedí que me hiciera un sacerdote según el corazón de su Hijo, que me ayude a ser fiel. Lo que más me toca de Lourdes son los enfermos, la fe con la que van, la tranquilidad que emerge de la gruta y del santuario.
También me impresiona la alegría de los jóvenes voluntarios: inmersos en una sociedad secularizada, van a ponerse al servicio de los enfermos y sus necesidades, y muchas veces los veo rezar. Con ellos tenemos una oración especial al final de la jornada. Unas veces es en la pradera, en frente de la gruta, al otro lado del río; otras veces, en la terraza del hospital, desde la que se ve todo el santuario. Están más que cansados, ¡reventados!, y los veo como no los he visto en todo el día: piadosos, reflexivos, unidos, alegres.
Ha sido una peregrinación distinta porque iba desde un nuevo ministerio: en esta peregrinación he visto más que nunca cómo el servicio a los enfermos, a las personas, es algo indispensable en la vida del diácono. Lo que más me ha tocado es darme cuenta de la importancia del servicio y cómo está inseparablemente unido a la Virgen María, desde el ‘hágase’ de la Anunciación, pasando por el ‘haced lo que él os diga’ de las bodas de Caná, hasta llegar al pie de la Cruz, donde nos toma a todos como hijos”.
