Lectio Divina: 6 de junio de 2024

Raúl Romero López
3 de junio de 2024

¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy llego a la oración consciente de que se trata de un tema muy importante: el amor. En otros temas, me puedo permitir el lujo de equivocarme, pero en este no. Dame la gracia de entender que no se pueden vivir estos mandamientos por separados. Son como vasos comunicantes y si sube uno debe ponerse el otro al mismo nivel. Nunca como aquí la ascética debe ir penetrada de la mística. Dejarme amar por Ti es mística, me encanta; amar a los demás sólo con un amor humano, es ascética, me cuesta, me cansa. Sólo puedo amar de corazón a los hermanos cuando me he sentido antes amado por Ti. Que yo no rompa lo que Tú has unido.

2.- Lectura reposada de la Palabra: Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, uno de los letrados se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos. Le dijo el escriba: Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

En el evangelio se nos habla de dos mandamientos: el amor a Dios y el amor al hombre. Estos dos mandamientos estaban ya en el A.T. pero en libros distintos. El primero es el famoso Semá que recita todo judío al levantarse” “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt. 6,5). El segundo se encuentra en el libro del Lev. 19,18: “Amarás al prójimo como  ti mismo”.  Y nos preguntamos: Si ya existían estos dos mandamientos en el A.T ¿qué novedad aporta Jesús? La gran novedad consiste en juntarlos. de modo que se haga entre ellos una especie de “vasos comunicantes”. ¿Crece el amor de Dios? Automáticamente crece el amor a los hermanos. Y al contrario. Desde ahora ya no se puede amar a Dios sin amar también al hombre. Y si no basta amar a Dios con el corazón sino con todo el corazón; si no basta amar a Dios con el alma, sino con toda el alma; si no basta amar a Dios con desgana sino “con todas las fuerzas”, el amor a los hombres debe también tener estas mismas características. Y nos preguntamos: ¿es esto posible? Desde un punto de vista humano no es posible. Necesitamos que Dios nos ayude. Necesitamos que sea el mismo Jesús quien nos ayude a amar como Él nos amó. Por eso los cristianos no amamos para ser amados, sino porque somos amados.  Sólo cuando “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Ro. 5,5) estamos capacitados para amarnos “como Él nos amó”.   

Palabra del Papa

“Para conocer a Dios nuestro intelecto, la razón es insuficiente. Dios se conoce totalmente en el encuentro con Él, y para el encuentro la razón no basta. Hace falta algo más: ¡Dios es amor! Y sólo por el camino del amor puedes conocer a Dios. Amor razonable, acompañado de la razón. ¡Pero amor! ‘¿Pero cómo puedo amar lo que no conozco?’; ‘Ama a los que tienes cerca’. Y esta es la doctrina de los dos mandamientos: El más importante es amar a Dios, porque Él es amor; Pero el segundo es amar al prójimo, pero para llegar al primero debemos subir los escalones del segundo: es decir, a través del amor al prójimo llegamos a conocer a Dios, que es amor. Sólo amando razonablemente, pero amando, podemos llegar a este amor. Es por eso que debemos amarnos los unos a los otros, porque el amor es de Dios y quien ama ha sido engendrado por Dios. Para conocer a Dios hay que amar. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2015, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto bíblico ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito: Hoy voy a rezar para poder amar a mis hermanos como Dios quiere que los ame.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, al acabar hoy mi oración, me quedo sorprendido de la hondura, belleza y magnanimidad de tus sueños sobre nosotros, pobres criaturas. No te has limitado a crearnos a “tu imagen y semejanza” sino que nos has enviado tu Espíritu Santo que nos capacita para poder amarnos como Tú nos amas. Y, como ya estamos capacitados para amarnos de esa manera tan sublime y tan divina, puedes despedirte de nosotros con este mandato: “Amaos unos a otros como Yo os he amado”. ¡Gracias, Señor, por tanto amor!

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