Lectio Divina: 6 de julio de 2024

Raúl Romero López
1 de julio de 2024

«¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos?”

1.- Introducción.

Señor, este evangelio que voy a meditar, me da alegría, me ensancha el corazón, me da ánimos para trabajar, para aceptar incluso la cruz de la vida. Has cambiado el luto y el llanto en fiesta. Mientras estás con nosotros, es tiempo de boda, de música, de pasarlo bien. No por los buenos vinos o los exquisitos manjares que vamos a comer, sino porque Tú, Señor, has entrado en una boda y has cambiado el agua en vino; el agua de la tristeza por el vino de la alegría. Algún día te irás y te lloraremos, pero sabiendo que volverás a nosotros y nadie nos podrá separar de Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 9, 14-17

Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

En este evangelio aparece una tensión entre lo “viejo y lo nuevo”. Jesús se encuentra con un judaísmo arcaico, con moldes ya viejos, con instituciones ya caducas. Jesús trae lo nuevo: un templo nuevo, un vino nuevo, un pan nuevo, una nueva ley. En el judaísmo, tal y como se vivía en tiempo de Jesús, se aprendía a ser viejo. En el mensaje de Jesús se aprende la novedad, la sorpresa, la alegría, la juventud. Aquella ley antigua, la Torah, expresión de la voluntad de Dios, se había convertido en multitud de normas pesadas, carentes de contenido. El hacer méritos para comprar el cielo era algo admitido por todos. Jesús nos dirá que a Dios no se puede comprar con nada; que Dios no tiene precio y se da a sus hijos gratuitamente. En el judaísmo en tiempos de Jesús, lo importante era “la ascética” aquello que el hombre adquiría por su esfuerzo, su sacrificio. El evangelio es, ante todo, la mística. Lo que importa es el amor. El amor de esposo que invita a un banquete de bodas y no tolera que nadie esté triste. Es verdad que, a veces, habrá que ayunar, pero con cara alegre, para que nadie lo note. El mismo sufrimiento estará al servicio del amor. “Nadie ama más al amigo que aquel que da la vida por Él” (Jn. 15,13). El grito de Cristo en la Cruz es el grito de parturienta, que anuncia ya una nueva vida.

Palabra del Papa

“Quisiera volver aún sobre un punto esencial: la experiencia del amor tiene dentro de sí la tensión hacia Dios. ¡El verdadero amor promete lo infinito! […] Redescubrid para vuestra vida de pareja la centralidad de Jesucristo y del caminar en la Iglesia. María nos enseña que el bien de cada uno depende del escuchar con docilidad la palabra del Hijo. En quien se fía de Él, el agua de la vida cotidiana se transforma en el vino de un amor que hace buena, bella y fecunda la vida. Caná, de hecho, es anuncio y anticipación del don del vino nuevo de la Eucaristía, sacrificio y banquete en el que el Señor nos alcanza, nos renueva y nos transforma. No descuidéis la importancia vital de este encuentro; que la asamblea litúrgica dominical os encuentre plenamente partícipes: de la Eucaristía brota el sentido cristiano de la existencia y una forma nueva de vivir”. Benedicto XVI, 11 de septiembre de 2011.

4.- Qué me dice hoy a mí el texto bíblico ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito. Pasar el día alegre pensando que Dios me ama.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración. Señor, te agradezco la frescura de tu evangelio. No hablas ni de miedos ni de tristezas. Hablas de bodas, de comidas, de encuentros, de amistad, de fraternidad. Contigo, Señor, se acabó la religión de la distancia, la religión de la tristeza, del sentimiento de culpabilidad, de vivir como esclavos. Contigo está la juventud, la alegría y la fiesta. Contigo, da gusto vivir.

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