“No es un Dios de muertos, sino de vivos”
1.- Introducción.
Señor, hoy me impresionan tus palabras a los saduceos: ¡Estáis equivocados! Y no se trata de un error cualquiera sino de un error con gravísimas consecuencias: el de vivir sin esperanza, sin ilusión, sin perspectiva de Resurrección. Señor, también hoy día hay muchos, muchísimos hombres y mujeres de este mundo que están contagiados de este mismo error, incluso entre cristianos. Que la luz de tu Resurrección los ilumine y les haga pensar que nuestro Dios no es un Dios de muertos sino de vivos.
2.- Lectura sosegada del evangelio Marcos 12, 18b-27
Se le acercan unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer». Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error».
3.- Qué dice el texto bíblico.
Meditación-Reflexión
Me llama poderosamente la atención el pensar que aquellos que preguntan a Jesús eran “saduceos”, colaboracionistas con los romanos y que humanamente vivían muy bien. Aquellos que viven muy bien en esta tierra, ¿están capacitados para hacerle preguntas al cielo? Están muy preocupados por la ley del levirato en la que el hermano del esposo fallecido se podía casar con su cuñada para dar hijos al que había muerto y así la hacienda no sufriera quebranto alguno. Y uno se pregunta: ¿Qué interesa más: la hacienda o la persona? Por otra parte, en estos matrimonios con las cuñadas no aparece para nada ni el amor, ni la libertad de esas mujeres. Esto me lleva a dar gracias a Dios por el regalo de Jesús. Para él la verdadera riqueza no es la hacienda sino Dios, “el amigo de la vida”. Jesús nos habla de una vida en plenitud: una vida en amor y libertad, una vida abierta a Dios. Nuestro Dios no es un Dios de muertos. A base de ver que la gente llena las iglesias en los funerales, a base de que la gente sólo acude a Dios cuando ya se ve “con la soga al cuello”, se va creando la conciencia de que a Dios sólo lo necesitamos en las situaciones límites de la vida. Y esto no es verdad. Nuestro Dios es un Dios de vida y quiere que disfrutemos de la vida, y, en sus parábolas, nos invita a ver la vida como “una boda” “como un banquete” “como una gran fiesta”. Y esto como anuncio y preámbulo del gran banquete y la gran fiesta del cielo.
Palabra del Papa
“Si de hecho todo hubiera terminado con su muerte, tendríamos en Él un ejemplo de suprema autonegación, pero esto no podría generar nuestra fe. Él era un héroe. Murió, pero resucitó porque la fe surge de la Resurrección. Aceptar que Cristo está muerto y que murió crucificado no es un acto de fe. Es un hecho histórico. Pero, por otra parte, creer que ha Resucitado, es un acto de fe. Nuestra fe comienza en la mañana de Pascua”. Papa Francisco, 19 de abril de 2017
4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Guardo silencio)
5.-Propósito: Vivir todo el día de modo que, esté donde esté, y haga lo que haga, siempre contagie vida.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, soy un privilegiado, soy una persona con suerte. Vivo en el Nuevo Testamento y me aprovecho de todas las enseñanzas de Jesús. No tengo que esperar el cielo para poder pasarlo bien. Ya aquí en la tierra puedo vivir saboreando la vida, disfrutando de la vida, y puedo descubrir a un Dios maravilloso, enemigo de la muerte y amigo de la vida. Gracias, Señor, porque ya en esta vida me haces experimentar un “ensayo” de vida eterna.