Lectio Divina: 25 de junio de 2024

Raúl Romero López
24 de junio de 2024

“Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos”.

1.- Oración introductoria.

Señor, hay muchas cosas buenas, “santas” que me has dado a lo largo de la vida. Me has favorecido con muchos dones, me has inundado de regalos, de gracias. Y me pregunto: Dios mío, ¿qué he hecho de tanto derroche de amor? Muchas veces lo he tirado, lo he malgastado, lo he malogrado. ¡Me pesa, Señor! Y quiero emplear ya toda mi vida en tu servicio. Quiero compensar con mi respuesta generosa, tanto olvido, tanta deficiencia, tanta negligencia, tanto descuido, tanta ingratitud. Señor, ayúdame a cambiar. 

2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 7, 6.12-14

«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. «Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran.

3.- Qué dice la Palabra de Dios.

Meditación-reflexión.

El evangelio de hoy nos habla de una “puerta estrecha”. En realidad para un cristiano no puede haber otra puerta que no sea Jesús. “Él es la puerta” (Jn. 10,7). Y la puerta de Jesús no puede ser otra que “la puerta del amor”. Por esa puerta Jesús nos abre el acceso a un Padre maravilloso, lleno de cariño y de ternura. Y por esa misma puerta Jesús nos abre el acceso “al hombre”. Es el Concilio Vaticano II el que nos dice que “Jesús revela el hombre al hombre”. (G.E. 22). Sólo a través de Jesús conocemos a Dios y al hombre. Y el modo de conocer en la Biblia es “a través del amor”. La puerta del amor no puede ser ancha porque se cuela  el egoísmo por dentro y destruye al verdadero amor. La puerta del amor es estrecha porque está hecha de sacrificio. Jesús pasó por la puerta estrecha de la Cruz, y así  nos expresó con toda claridad todo lo que nos quería. En muchas religiones se habla de una regla de oro: “Hacer a otros lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros”. Está bien porque se pone al hombre como “centro”. Pero para un cristiano la meta es más alta: el cristiano pone en el centro a Jesús. Hacer lo que hizo Jesús, pensar como pensaba Jesús, y amar como Él amó.  Sólo este amor nos realiza como personas. Sólo este amor nos hace plenamente felices. “Y sabiendo como sabéis estas cosas, seréis felices si las cumplís” (Jn. 13,17). El saber cosas bonitas sobre el amor no nos hace felices. Pero sí nos hace felices el ponerlo en práctica como Jesús. Bendita “puerta estrecha” que nos lleva a la auténtica y verdadera felicidad.

Palabra del Papa

“¿Qué significa esta «puerta estrecha»? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos? Si se observa bien, este modo de razonar de los interlocutores de Jesús es siempre actual: nos acecha continuamente la tentación de interpretar la práctica religiosa como fuente de privilegios o seguridades. En realidad, el mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para toda la puerta es «estrecha». No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es «estrecho» porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo. (…)La salvación, que Jesús realizó con su muerte y resurrección, es universal”. Benedicto XVI, 26 de agosto de 2007.

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Todo el día caminaré por la puerta estrecha del amor concreto y sacrificado a mis hermanos.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Hoy, Señor, te quiero agradecer el haber aprendido el verdadero camino de la auténtica felicidad. No está en recorrer un camino ancho, haciendo lo que me apetece en cada instante, un camino sin exigencias ni compromisos; sino un camino más estrecho, el de un amor más limpio, más transparente, más sacrificado.  Una vez más he comprendido que no puede haber otro camino mejor para los hombres que el que ha recorrido Jesús, el hombre ideal, el hombre perfecto.

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