Lectio Divina: 22 de mayo de 2020

Raúl Romero López
18 de mayo de 2020

Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.

1.- Introducción.

Señor, el tema de hoy sobre el gozo es continuación del de ayer. Y me encanta que nos repitas, una y otra vez, que Tú no quieres ni deseas el mal, el dolor, el sufrimiento. Tú eres el amigo de la vida, de una vida en plenitud, de una vida con esperanza, de una vida con ilusión, aunque a veces, para conquistar esa vida, haya que pagar un precio costoso. Dame el Espíritu Santo para que convierta mi propia petición en esperanza gratificante.

2.- Lectura reposada del evangelio: Juan 16, 20-23

En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

Todas las personas de todos los tiempos han buscado la felicidad y han puesto los medios para conseguirla. Pero la experiencia nos dice que el ser felices en este mundo es harto difícil. Con todo, ningún sistema político, social o religioso puede ir en contra de una tendencia tan natural y tan buscada y deseada por todos. Ahora bien, el más interesado por hacer realidad este deseo de felicidad es Dios. Un Dios que no busque hacernos felices, plenamente felices a los hombres y mujeres de este mundo, no es el verdadero Dios. Siendo esto así, el modo más auténtico y genuino de presentar a Dios no puede ser dar chalas, meditaciones, o bonitas teorías sobre la felicidad sino presentar un rostro de Dios alegre, atrayente, cautivador. Y ese rostro, para nosotros los cristianos, tiene un nombre: Jesucristo. Nosotros presentamos una persona que se ha desvivido por los demás, que no ha pensado en sí mismo, que ha buscado la felicidad aún a costa de su vida. Es verdad que se ha encontrado con dificultades, incluso con el mismo sufrimiento, pero no un sufrimiento buscado, ni vacío, ni frustrante, sino un sufrimiento de mujer parturienta, anunciadora de vida y de felicidad plena y para siempre.  “Vuestra alegría nadie os la podrá quitar”.  

Palabra del Papa

“La integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente incesante de alegría: una alegría incorruptible, que el Señor prometió, que nadie nos la podrá quitar. Puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero, en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre puede ser renovada. La recomendación de Pablo a Timoteo sigue siendo actual: Te recuerdo que atices el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos. Una alegría misionera. Este tercer rasgo lo quiero compartir y recalcar especialmente: la alegría del sacerdote está en íntima relación con el santo pueblo fiel de Dios porque se trata de una alegría eminentemente misionera. La unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar. (Homilía de S.S. Francisco, 17 de abril de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito: Seguro que en este día me voy a encontrar con situaciones que me harán sufrir. Pensaré en cómo reciclar ese sufrimiento en gozo.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Al terminar este rato de oración quiero agradecerte, Señor, tus palabras tan alentadoras: “Se alegrará vuestro corazón”. Gracias, porque no nos llamas a una alegría barata, superficial, pasajera, sino una alegría profunda, de corazón. Gracias porque no quieres que seamos medio felices, o felices para un rato, sino plenamente felices y para siempre.

 Oración resumida del Papa Francisco en época de Pandemia.

“Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.

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