¡Id también vosotros a mi viña!
1.- Oración Introductoria.
Señor, no sé por qué esta parábola de los viñadores siempre me ha encantado. Nunca se me ha ocurrido pensar en la injusticia que se cometía al dar a los últimos lo mismo que a los primeros. Los últimos no han podido trabajar y tienen también derecho a comer. Señor, en vez de decir “esto es injusto”, me quedo con esto: !Qué Padre tan maravilloso! ¡Gracias, Señor!
2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión.
Ahora vemos con normalidad que unos obreros que son despedidos de una fábrica porque no hay trabajo, tengan derecho a un tiempo de paro. Pero esto se ha conseguido después de muchas reivindicaciones por parte de los obreros. Pero Jesús lo tenía muy claro ya en el siglo primero. Aquellos obreros a quienes nadie ha contratado durante el día y sólo encuentran trabajo al final de la jornada, tienen mujer e hijos, y necesitan el sueldo completo para la familia. Los obreros que han trabajado todo el día, protestan. ¡Es injusto que nos pagues igual jornal! ¿Y es más justo pasar hambre por no encontrar trabajo? Notemos una cosa: El dueño de la viña es “un Padre” y no es “un Patrón”. Para un “patrón” lo importante es que el obrero “trabaje y rinda”. Para un padre lo más importante es que todos sus hijos “coman” y así puedan trabajar. En esta parábola de la viña, ¿hemos pensado en lo que ocurriría al día siguiente? ¿Acaso estos obreros de la última hora irían tarde? ¿O se adelantaron y sorprendieron al dueño enganchando antes de tiempo? Por supuesto que el dueño no les había exigido nada. Pero, un Dueño tan bueno, ¿no incentiva nuestra gratuidad? Pensemos en el hijo pródigo. ¿Nos pasa por la cabeza el pensar que, después del trato exquisito del Padre, iba a tener ya ganas de irse de casa? Por ahí va la lógica del evangelio.
Palabra del Papa
Un aspecto profundizado por el Santo Padre ha sido a través de una advertencia: «no acudamos a la voz de las sirenas que llaman a hacer de la pastoral una serie convulsa de iniciativas, sin conseguir recoger lo esencial del compromiso de la evangelización”. Francisco ha señalado que a veces parece que estamos más preocupados por multiplicar las actividades que por ser atentos con las personas a su encuentro con Dios. «Una pastoral que no tiene esta atención -ha indicado- se hace estéril poco a poco». Asimismo ha querido recordar que una pastoral sin oración y contemplación no podrá nunca alcanzar el corazón de las personas. (Discurso de S.S. Francisco, 19 de septiembre de 2014).
4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Guardo silencio)
5.- Propósito. Hoy no hago nada por cumplir un mandamiento o una ley. Lo haré todo por agradar a Dios.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Al terminar este encuentro contigo, quiero agradecerte el haberte comprendido un poco más. Tu amor de Padre te lleva al amor exagerado por tus hijos. No te interesa tener hijos esclavos que te sirvan, sino hijos libres que te amen y obren por amor. Haz que sea el amor el verdadero motor de mi vida y que todas las acciones de mi vida las haga con el fin de agradarte.
PDF: 22 AGOSTO
Autor: Raúl Romero