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Lectio Divina: 20 de julio de 2019

Diócesis de Tarazona
16 de julio de 2018

1.- Introducción.

Señor, dame la sensatez para saber distinguir lo esencial de lo accidental. Para aquellos fariseos del tiempo de Jesús, lo esencial era el cumplimiento de la ley hasta caer en minucias absurdas. Entendían como trabajo prohibido por la ley el “frotar las espigas” con las manos. Jesús no puede permitir esta falsa interpretación del sábado, día en que uno cesa del duro trabajo de la semana, para descansar con su Dios en la oración y dedicar este tiempo sagrado al cuidado de los hermanos que lo necesitan. Dame, Señor, tu Espíritu para saber interpretar tu ley.

2.- Lectura reposada del evangelio. Mateo 12, 1-8

Un sábado de aquellos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: -Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado. Les replicó: -¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa «quiero misericordia y no sacrificio», no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Las tres grandes Instituciones de los judíos eran: La Ley, el Templo y el Sábado. En un principio la Ley “La Torá” era la voluntad de Dios expresada como una manifestación de amor en el corazón de los fieles. A lo largo del tiempo, las escuelas farisaicas la multiplicaron en muchos preceptos hasta convertirla en “fardos pesados que cargan a la gente en los hombros” (Mt. 23,4). El Templo que, en un principio, pretendió “dar un espacio” para Dios, se convirtió en “cueva de bandidos” al pretender amordazar a Dios diciendo ¡Templo de Yavé! Y así cometer impunemente todo tipo de injusticias. Y el sábado, hecho para consagrar un tiempo a Yavé, se convirtió en instrumento de esclavitud al no poder ni siquiera hacer el bien. Jesús quiso descubrir el significado profundo de estas instituciones (Ley, Sábado, Templo) al decir que “Él está por encima del Templo y es Señor del Sábado” Por eso, siempre que en el evangelio estas instituciones entran en conflicto con el hombre, Jesús estará a favor del hombre y no a favor de las instituciones.

Palabra del Papa

Quien cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda de su Reino, de su voluntad. Es todo lo contrario del fatalismo o el ingenuo irenismo. La fe en la Providencia, de hecho, no exime de la cansada lucha por una vida digna, sino que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana. Está claro que esta enseñanza de Jesús, si bien sigue manteniendo su verdad y validez para todos, es practicada de maneras diferentes según las diferentes vocaciones: un fraile franciscano podrá seguirla de manera más radical, mientras que un padre de familia deberá tener en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos. En todo caso, el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celestial, como Jesús. Precisamente la relación con Dios Padre da sentido a toda la vida de Cristo, a sus palabras, a sus gestos de salvación, hasta su pasión muerte y resurrección. Jesús nos ha demostrado qué significa vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios. Benedicto XVI, 27 de febrero de 2011.

4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar. (Guardo silencio).

5.-Propósito. Todo lo que hoy voy a hacer, lo haré a impulsos del corazón y no a golpe de leyes.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo quiero ser cristiano, pero no fariseo; no quiero vivir sometido a normas y leyes humanas. Yo quiero cumplir hasta en los últimos detales el mandamiento tuyo del amor. Y te pido que me ayudes a sumergir mi corazón en el mar infinito de tu amor para poder amar con un corazón grande y lleno de ternura a todos mis hermanos.

 

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Autor: Raúl Romero

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