Lectio Divina: 11 de julio de 2024

Raúl Romero López
8 de julio de 2024

«Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”

San Benito

1.-Oración introductoria.

Señor, hoy necesito aprender a ser generoso contigo. Toda mi vida quiero que sea una respuesta esplendida al amor que Tú me has dado. No quiero recrearme contemplando las obras de mis manos, pues bien sé que yo no tengo nada que no lo haya recibido. Y sólo cuando me siento un puro regalo tuyo, puedo yo ser un regalo para los demás.

2. Lectura reposada del Evangelio. Mateo 19, 27-29

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

¡Ya ves nosotros lo hemos dejado todo!… Estas palabras espontáneas de Pedro sólo ponen de manifiesto una cosa: que todavía no ha entendido nada de la causa de Jesús. Vamos a ver, Pedro, ¿qué has dejado? Una vieja barca, un oficio pobre y humilde, una suegra y poco más. En cambio, ¿qué te ha dado el Señor? Lo que ni Tú podías imaginar. Aun desde un punto de vista humano tu nombre es de los más famosos del mundo. Pero, sobre todo, Jesús te ha dado su amistad, su perdón, la capacidad de rehabilitarte y ser, a pesar de tu triple negación, el mismo que antes. Lo dijiste muy bien un día que estabas más inspirado: Sin Ti, ¿adónde iremos? Todo lo que tienes se lo debes a Él. Y Pedro nos representa a los cristianos que hablamos de lo que damos, de lo que trabajamos, de los inmensos favores que le hacemos a Dios. En realidad, Dios nunca exige nada sin antes dar. Pero hablamos del Reino de Dios sin “haber descubierto el tesoro” y seguimos trabajando por la causa de Dios sin haber descubierto el evangelio como la “perla más preciosa de la vida”. Y seguimos hablando de Jesucristo sin estar de Él enamorados. Y así nos van las cosas…

Hoy la Iglesia venera a S. Benito. Ese hombre feliz y contento con su Dios. Lleva en sus labios la alabanza, en sus manos su actitud de servicio y en su corazón su encendido amor a Jesucristo.

Palabra del Papa

“La gratuidad en seguir a Jesús, es la respuesta a la gratuidad del amor y de la salvación que nos da Jesús. Y cuando se quiere ir sea con Jesús sea con el mundo, sea con la pobreza que, con la riqueza, esto es un cristianismo a mitad, que quiere una ganancia material. Es el espíritu del mundo. Esos cristianos hacen eco a las palabras del profeta Elías, cojean con las dos piernas porque no saben lo que quieren… Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo ha hecho Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú tienes que comportarte como el último, o sea, servir. Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, tú debes emplearte en servir a los otros. Son tres cosas, tres escalones, los que te alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo. Por esto son tan peligrosas las riquezas, porque te llevan en seguida a la vanidad y te crees importante. Y cuando uno se cree importante pierde la cabeza y se pierde”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 26 de mayo de 2015 en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra bíblica ya meditada. (Silencio)

5.- Propósito. Tener un momento en el día para pensar un poco en lo que Dios me ha dado a mí y lo que yo le he dado a Él. Y pasar un poco de vergüenza

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy he aprendido a ser un poco más humilde o, como decía el Papa San Juan XXIII, “a poner mi orgullo debajo de mis zapatos”. Muchas veces he pensado en mis trabajos, mis sacrificios, mis obras buenas por Jesús. Y no he caído en la cuenta de los inmensos e inmerecidos favores que Dios me ha dado. Sólo el hecho de haberme llamado a trabajar en su viña es una gracia que nunca debo dejar de agradecer. Señor, que nunca me queje de lo que Tú me pides. Que siempre sepa agradecerte todo lo que Tú me das.

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