1.- Oración Introductoria
Señor, hoy al leer el evangelio, siento dos sensaciones bien distintas: una buena y otra mala. Siento una gran admiración por tu persona que cada día me parece más fantástica. A Ti, Señor, te interesa la salud, la vida, el que la gente deje de sufrir, más aún: el que se lo pase bien. Pero siento una sensación de repulsa ante esos escribas y fariseos que se indignan porque Jesús ha sanado a uno en sábado. ¿Hasta dónde puede llegar el endurecimiento de las personas? Somos capaces de lo mejor y de lo peor
2.- Lectura atenta del evangelio: Lucas 6, 6-11
Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión
Curar a una persona de cualquier dolencia siempre es bueno. Curar a uno la “mano derecha” la que normalmente usamos para comer, para trabajar, todavía debería ser mejor. Pero hay gente tan retorcida que no lo ve así. Y se enfadan con Jesús, y deliberan a ver qué se puede hacer con un hombre que sólo piensa en hacer el bien desde el amanecer hasta el ocaso. Esos hombres no son ateos, incrédulos… ¡No! Esos son gente religiosa, se pasa la vida con la Biblia en la mano, son doctores de la Ley… son los encargados de enseñar al pueblo llano y sencillo. Jesús les desenmascara su malicia y la cerrazón de su corazón. Es cierto que Jesús podría haber dicho a aquel hombre:” Como es sábado, vas a esperar un día más, y te curo. ¡Y así habrá paz!… Jesús no acepta este tipo de componendas. Y les hace una pregunta genial: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla? Con esa pregunta, Jesús pone el sábado en su lugar, según la intención que Dios, desde el principio, le quiso dar. El sábado es de Dios y no de los hombres. El sábado está destinado a hacer el bien a los hombres, que es la mejor manera de agradar a Dios. Y el no hacer el bien en sábado, ya es un mal. Hacer sufrir a una persona un día más, no se puede tolerar. Así es Jesús.
Palabra del Papa
A Jesús sólo le interesa la persona, y Dios. Jesús, quiere que la gente se acerque, que le busque y se siente conmovido cuando la ve como oveja sin pastor. Y toda esta actitud es por lo que la gente dice: ‘¡Pero, esta es una enseñanza nueva!’. No, no es una enseñanza nueva: es la manera de hacerlo, nueva. Es la transparencia evangélica. Pidamos al Señor que esta lectura nos ayude en nuestra vida de cristianos a todos. Nos ayude a no ser legalistas puros, hipócritas como los escribas y los fariseos, a ser como Jesús, con ese celo de buscar a la gente, de curar a la gente, de amar a la gente y con esto decirle: ‘¡Pero si yo hago esto así, piensa cómo te ama Dios, cómo es tu Padre!’ Esta es la enseñanza nueva que Dios nos pide. Pidamos esta gracia. (Cf. S.S. Francisco, 14 de enero de 2014, homilía en Santa Marta)
4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)
5.- Propósito: Dedicar un rato del domingo a hacer el bien visitando a un enfermo.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, hoy quiero darte gracias por tu bondad, por tu apuesta por hacer la vida más agradable a los hombres, por disfrutar haciendo el bien. Y también quiero darte gracias por tu valentía para desenmascarar la mentira, el orgullo, la falsedad, la falsa piedad. Ya lo habías dicho Tú, Señor: “Llegará un día en que os matarán y creerán que han dado culto a Dios” (Jn. 16,2). Gracias, por ser como eres. Cada día estoy más contento contigo.
PDF: 10 de septiembre
Autor: Raúl Romero