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Lectio Divina: 10 de diciembre de 2018

Diócesis de Tarazona
10 de diciembre de 2018
“HOY HA LLEGADO LA SALVACIÓN A ESTA CASA”

1.- Oración introductoria.

Señor, un día más vengo a pedirte que me envíes el Espíritu Santo para que me haga descubrir  las maravillas que Tú obras en el corazón de tus fieles, en el interior de mi propio corazón. Haz que no me limite a admirar lo de fuera: lo visible, lo tangible, lo que puedo tocar con mis manos. El gran milagro que hizo Jesús al paralítico no fue el curarle su enfermedad física sino la sanación interior, el perdonarle todos sus pecados. Dame, Señor, en este día una mirada profunda  para ver las maravillas que hoy puedes obrar en mí.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lc. 5,17-26.

Un día que estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados». Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?» Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: «Tus pecados te quedan perdonados», o decir: «Levántate y anda»? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, – dijo al paralítico -: «A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Nos quedamos con las últimas palabras del Evangelio: “Hoy hemos visto cosas admirables”. El evangelista Lucas nos habla de la importancia del “hoy”. “Hoy se cumple esta escritura”. “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.  Es hermoso pensar que todas las maravillas que Dios ha hecho en el pasado, se pueden realizar hoy en el corazón del creyente. Aparentemente no ocurre nada nuevo: sale el sol, por la mañana y se pone por la tarde. Los ríos siguen el mismo cauce, y por la noche brillan en el cielo las estrellas.  Y, sin embargo, hoy puede ser un bonito día para mí si dejo que Dios entre en mi vida. Todo puede cambiar, como cambió la vida de ese paralítico, curado por Jesús. También hoy yo puedo ser curado de mi parálisis interior. También yo hoy puedo dejar las muletas y disfrutar caminando como una persona libre. Una cosa es clara: que no puedo dejar para mañana lo que Dios está dispuesto a darme hoy.

Palabra autorizada del Papa

Jesucristo al comienzo le dice: «¡Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados». Tal vez esta persona quedó un poco sorprendida porque quería sanarse físicamente. Es en Jesús en quien el mundo viene reconciliado con Dios, este es el milagro más profundo: Esta reconciliación es la recreación del mundo: se trata de la misión más profunda de Jesús. La redención de todos nosotros los pecadores; y Jesús hace esto no con palabras, no con gestos, no andando por el camino, ¡no! ¡Lo hace con su carne! Es Él mismo Dios, quien se convierte en uno de nosotros, hombre, para sanarnos desde el interior, a nosotros los pecadores. Jesús nos libera del pecado haciéndose Él mismo pecado, tomando sobre sí mismo todo el pecado y esto es la nueva creación. Jesús desciende de la gloria y se abaja, hasta la muerte, y una muerte de cruz, desde donde clama: Padre, ¡por qué me has abandonado! Tal es su gloria y esta es nuestra salvación. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 4 de julio de 2013, en Santa Marta).

4.- Qué me dice ahora a mí esta palabra ya meditada. (Guardo silencio).

5.-Propósito. Ponerme hoy al lado de esa persona  conocida que está sufriendo y necesita mi ayuda.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, gracias por mostrarme en esta oración el tipo de fe que puede transformar mi vida: una  fe humilde que reconoce que soy frágil y necesito buscarte.  Una fe fuerte que me mantenga siempre unido a Ti. Una fe operante que me lleve a buscar los medios para soltar las ataduras del corazón y  así  vivir ya como una persona libre que comienza a sentir el gozo de caminar en el amor.

PDF: 10 DE DICIEMBRE

Autor: Raúl Romero

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