En su renovada página web, el archivo de la Diócesis de Barbastro-Monzón nos presenta como documento del mes los quinque libri. Son recopilaciones de datos familiares hechas tras la administración de sacramentos en una parroquia: bautismos, confirmaciones, comuniones, matrimonios y defunciones, según las indicaciones emanadas del Concilio de Trento, que suponen la mejor fuente de investigación genealógica. Sin embargo, algunos matices debidos a la susceptibilidad del sacerdote inscriptor, o bien ciertos detalles que dejan traslucir las peculiaridades habidas en el hecho que constatan, aportan una valiosísima información sobre la historia de las localidades y sus habitantes.
Llama la atención en un quinque libri que conservamos de Gistaín las anotaciones fechadas en octubre de 1906. Seis niños de entre 11 y 17 años, José, Josefa, María, Joaquina, Trinidad y Teresa guiados por Alejandra, una joven de 24, conocidos como Las golondrinas “fallecieron en el Puerto el día treinta y uno de octubre a consecuencia de la acción del frío prolongado”. Como tantas gentes de nuestro Pirineo, estas golondrinas pasaban a Francia a trabajar cuando desaparecía la nieve y regresaban a su valle al acabar el otoño. El luto y el pesar de todo el Valle de Gistaín tras aquella ventisca de nieve y frío, la mayor que conocieron nunca, quedaron latentes y sobrecogedores en las páginas de este fondo de “Parroquias”.
Sin embargo, el texto transmite distancia e impasibilidad, cuando el sufrimiento atroz de todas aquellas familias debió de estremecer a todo el Pirineo aragonés y nos estremece a nosotros porque podemos adivinar que la extrema dureza de sus vidas, la permanente escasez económica que hacía imperiosa la necesidad de emigrar a edades tan tempranas y la natural aceptación del dolor personal con que se vivió contagiaron a su cura de aceptación y desdicha, y le impulsaron a no salirse de la anotación rutinaria y a repetir estoicamente el estribillo de sus actuaciones.
Esta historia real, que ocurrió hacer cien años, sigue siendo hoy muy actual y nos invita a no dejarnos contagiar de «distancia e impasibilidad» ante las tragedias que ocurren ante nuestros ojos.