Barbastro acogió, del 9 al 12 de febrero, un brillante Congreso Nacional de Cofradías y Hermandades, organizado por la Junta Coordinadora de Cofradías de Semana Santa de la ciudad. Los alrededor de 125 congresistas procedentes de una treintena de provincias españolas, ponentes y organización hacen un balance muy positivo de la cita que partía con un formato activo e itinerante que enriqueció el encuentro. Para el presidente del Comité Organizador, Jesús Gracia, la conclusión se expresa con sencillez: «Creamos en lo que somos. Mucho más que un capirote», resumen de ese objetivo inicial de mostrar lo que la Semana Santa, y sus cofradías, llevan aportando durante siglos a la sociedad, haciéndose presentes como cristianos.
«La dimensión sociológica de la Semana Santa», desde el punto de vista de la religiosidad, la historia, el carácter territorial, la cultura y la comunicación, ha sido el hilo conductor de un Congreso, que ha ido más allá de la esfera académica y ha querido abrir las puertas de la ciudad organizadora, de su Semana Santa y también de la diócesis. Así se ha constatado en las visitas a las cinco exposiciones o en la salida de las secciones de instrumentos de las cofradías barbastrenses en la tarde del viernes 9 y, sobre todo, con la Procesión Extraordinaria del Santo Encuentro del sábado 10. Más de un centenar de cofrades de Nuestro Padre Jesús Nazareno sacaron sus tres pasos a la calle, por primera vez fuera de las fechas de Semana Santa, muy bien arropados por numerosos vecinos.
La eucaristía de clausura, presidida por el obispo, Ángel Pérez, en la Catedral de Barbastro cerró un congreso que, en palabras de la teóloga Cristina Inogés, ha mostrado que «los cofrades son ciudadanos que asumen su compromiso bautismal como cristianos y actúan en consecuencia. Lo hacen desde la libertad de sentirse adultos en la fe, respaldados y coordinados por su obispo». Inogés, que participó en una de las ponencias, subraya que «no hablamos de beaterías vacías, estamos hablando de una forma de transmisión de la fe en la que el primer anuncio está presente.
Esto, en un mundo necesitado de la presencia de Dios y que no sabe pedirlo ni buscarlo, adquiere una importancia capital para la evangelización».