El fin de semana del 26 y 27 de octubre ha venido cargado de acontecimientos eclesiales de enorme interés. En primer lugar se clausuró la segunda sesión del Sínodo sobre la sinodalidad que se ha desarrollado en Roma en octubre. Fruto del mismo se dio a conocer el Documento Final, elaborado por los participantes en el Aula sinodal y refrendado por el Papa, y que contiene las conclusiones principales de la reflexión efectuada en estas semanas. En su alocución en la clausura de la Asamblea sinodal, decía el Papa: “Con el Documento Final hemos recogido el fruto de años, tres por lo menos, en los cuales nos hemos puesto a la escucha del Pueblo de Dios para comprender mejor cómo ser ‘Iglesia sinodal’ a la escucha del Espíritu Santo en el tiempo presente”. Y proponía como tarea a la Iglesia: “Por eso no pretendo publicar una “exhortación apostólica”. En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes, en los diferentes contextos, por eso lo pongo ahora a disposición de todos. Quiero, de este modo, reconocer el valor del camino sinodal realizado, que con este Documento entrego al santo Pueblo de Dios”. En breve podremos analizar con más profundidad en nuestra diócesis las propuestas del documento y daremos respuesta a las tareas que en él se proponen a la Iglesia.
En otro orden, en la Iglesia que peregrina en España, y organizado por la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, han tenido lugar las Jornadas Nacionales de Delegados de Apostolado Seglar y de Responsables de Movimientos. En ellas se han tratado algunas cuestiones muy interesantes que aúnan tres vías de trabajo convergentes: en primer lugar se ha profundizados sobre la vocación laical en vistas a la celebración del próximo Congreso Nacional sobre vocaciones que tendrá lugar el próximo mes de febrero. La importancia de los fieles laicos es fundamental en la vida de la Iglesia y de la sociedad. La vocación laical, que surge del don del bautismo recibido, subraya una vocación fundamental en la Iglesia: “Corresponde a los laicos, por su vocación propia, buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios. Viven en el mundo (…) y es ahí donde son llamados por Dios para que, realizando su función propia, bajo la guía del Evangelio, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a semejanza del fermento, y de esta manera, sobre todo con el testimonio de su vida (..)muestren a Cristo a los demás”. (Lumen Gentium 31)
En segundo lugar se ha seguido animando a trabajar en las dinámicas y experiencias de primer anuncio. El curso pasado, como se recordará, tuvimos en la diócesis tres momentos referidos al Primer Anuncio del Evangelio: el encuentro regional de laicos el pasado noviembre, el encuentro nacional de laicos en Madrid en el mes de febrero y el encuentro diocesano sobre el Primer Anuncio que fue la antesala de la celebración de la Vigilia de Pentecostés. Y la tercera propuesta hacía referencia al próximo itinerario a desarrollar fruto del Congreso de laicos de 2020. El itinerario elegido, después del primer anuncio, es la presencia en la vida pública del cristiano.
Tareas y acontecimientos apasionantes que marcarán sin duda el futuro inmediato de nuestra Iglesia.