Tras dos años sin poder celebrarlo de forma conjunta, las congregaciones de vida consagrada de nuestra diócesis se reunieron el pasado día 2, en la capilla de las Hermanitas de Barbastro, para celebrar su Día y renovar su consagración. El obispo, Ángel Pérez, presidió la festiva eucaristía en la que las asistentes fueron nombrando a sus fundadores y fundadoras, a quienes don Ángel tildó de «verdaderos influencers, hombres y mujeres que marcan un modo de ser y de vivir». Todos ellos, señaló, «fueron capaces de entender que la vida solo tiene sentido cuando se regala» y, cuando se encontraron ante una necesidad, no dudaron en entregarse para poner en marcha obras que se han perpetuado en el tiempo.
Participaron en la eucaristía las religiosas Carmelitas Teresianas de Graus, las hermanas de la Caridad de Santa Ana de Monzón y Fraga, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, y las Siervas de María y las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Barbastro, así como un sacerdote de los Misioneros Claretianos. Tras la renovación de su consagración, todas ellas hicieron una ofrenda floral, acompañada de una reflexión en clave sinodal, para componer un colorido jarrón como símbolo de la unidad en la diversidad.
La Diócesis de Barbastro- Monzón se enriquece con los variados carismas de 14 institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, cuyo servicio abarca desde el sacerdocio o la educación a la atención de enfermos, la animación pastoral, la formación o la oración. Tres de ellas son de vida contemplativa: los monjes del Instituto del Verbo Encarnado del Monasterio de El Pueyo, las Capuchinas de Barbastro y las Clarisas del Monasterio de la Inmaculada de Monzón. Su abadesa, sor Alegría, firma «Caminando en esperanza», título del testimonio incluido en el folleto que la Conferencia Episcopal ha editado con motivo del Día de la Vida Consagrada y disponible en su web.