Durante toda la Cuaresma y en la Pascua recién comenzada, se están sucediendo múltiples expresiones litúrgicas y de religiosidad popular que, de modo complementario, alimentan la fe del pueblo cristiano de la archidiócesis de Zaragoza.
Si ayer rescatábamos para nuestros lectores la bendición extraordinaria con los Sagrados Corporales de Daroca, hoy dirigimos nuestra mirada hacia la Ciudad del Compromiso, a Caspe, donde el domingo 22 de marzo la Vera Cruz salió a las escalinatas de la iglesia parroquial para bendecir a la comunidad. Nos lo cuentan desde la misma Parroquia:
A petición de varios feligreses, el párroco de Caspe expuso la Santa Vera Cruz en la soledad de la plaza del Compromiso. En ese momento, la plaza estaba totalmente vacía debido a la cuarentena y como puede verse en la foto solo habían unos militares y dos personas que colaboraban con el acto ceremonial.
Los sacerdotes de Caspe, Samuel San Miguel Giraldo, pároco, y el José Ervín Peña Navia, salieron en procesión desde el templo parroquial, deteniéndose en las escalinatas y orando a Dios para que por medio de Cristo, su hijo, bendiga a la población, a España y al mundo.
Este sencillo acto está marcado a fuego en el corazón de las personas mayores que recuerdan cómo en tiempos de sequía, tempestad o epidemia la Vera Cruz salía a la calle para obtener los favores de Dios y, milagrosamente, las rogativas eran escuchadas.
De Caspe, a las poblaciones cercanas
Al terminar la bendición, José Ervin, párroco de Chiprana, llevó la Vera Cruz a esta localidad para bendecir también su comunidad parroquial.
Fueron un momentos emotivos, lleno de afecto y de fraternidad pues la oración es una invitación a crear un vinculo en el que se comparte un mismo pensar y un mismo sentir, en este caso, en la persona de Cristo Jesús, pues la oración es fuente de bien, de libertad, de universalidad, de medicina y de diálogo con Dios.
Esta exposición extraordinaria de la Vera Cruz sido un gesto bien acogido y valorado por todos los fieles.
La Vera Cruz de Caspe
Desde el siglo XIV, Caspe custodia y venera un fragmento de la Cruz en la que Jesucristo cumplió, hasta el final, la voluntad del Padre.
Es la cruz pectoral que llevaba el papa Clemente VII de Aviñón y que donó, el 13 de septiembre de 1394, al Gran Maestre de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, Juan Fernández de Heredia, a quien le unía una estrecha relación personal. El maestre había fundado un convento de esta orden en Caspe ese mismo año y esta reliquia y el conocido como “Cáliz del Compromiso” estaban destinados para dotar y enriquecer la nueva fundación.
En 1412, los Compromisarios reunidos en el castillo de Caspe para designar un nuevo rey del Reino y Corona de Aragón juraron proceder rectamente ante el “ligno vere crucis Christi”.
Es una de las reliquias del Lignum Crucis de mayores dimensiones, sólo por detrás de la de Santo Toribio de Liébana, Notre Dame de Paris y Roma. El árbol tiene 197 mm.; 148 mm. el travesaño; 23 mm. de ancho y 12 mm. de grueso. Su autenticidad viene avalada por ser pectoral de un papa y a ella se refieren fray Juan Agustín de Funes en su ‘Crónica de la Orden de San Juan’, de 1639; y el padre Roque Alberto Faci en su obra ‘Aragón reino de Cristo y dote de María Santísima’, de 1739-1750.