La primera Noche Clara «virtual» reúne a 250 personas

Ascen Lardiés
21 de marzo de 2020

Hasta 250 personas se unieron a la celebración, el viernes 20 de marzo, de la primera Noche Clara virtual, iniciativa de la delegación de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Barbastro-Monzón que ha convertido la necesidad impuesta por la situación de alarma ante el COVID19 en una oportunidad de encuentro con el Señor novedosa y muy satisfactoria. Cinco años después del primero de estos encuentros con el Señor, presididos de forma habitual por el obispo, Ángel Pérez, en las Claras de Monzón, la convocatoria desafió al aislamiento social impuesto y no faltó a su cita mensual, logrando unir a los más jóvenes de la diócesis, pero también a familias enteras y participantes de otros lugares de España.

En esta ocasión, los asistentes a esta Noche Clara virtual accedieron, mediante una invitación, a un grupo de wasap al que se les dio la bienvenida recordando las citas anteriores. Una audio, previamente grabado, subrayó  lo especial de la noche “porque estamos con el Señor y porque, en vez de encontrarnos cara a cara, mirada a mirada, nos encontramos mediante nuestros corazones enlazados de forma virtual. Los apóstoles de calle de Barbastro-Monzón queremos demostrar que seguimos caminando, siendo Iglesia en salida, aunque orante desde casa y reuniéndonos ante la verdadera fuente de la felicidad: Jesucristo nuestro Señor”.

El desarrollo posterior fue similar al de una Noche Clara presencial, con la exposición del Santísimo, y la presencia del obispo, que, en un video mensaje, pidió a los asistentes “ser luz para todos los que sientan la necesidad de tu fortaleza, de tu cariño y de tu ternura”. A partir de este momento, se fueron sucediendo canciones y rezos, a través de diversos formatos de audio e imagen, incluyendo la oración preparada por la delegación de Enseñanza y de la creada, específicamente para la cuarentena “Yo me quedo en casa”, del obispo italiano de Nocera Inferior, Giuseppe Giudice, así como reflexiones sobre el evangelio, peticiones y agradecimientos. El final llegó, como es habitual, con la bendición del obispo, desde la Casa Sacerdotal, “para que recibáis ese cariño de Dios, esa ternura de Dios, esa caricia que, sin duda, todos necesitamos”.

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