La parroquia, una casa donde los de «fuera» y los de «dentro» conviven como hermanos

Rocío Álvarez
23 de septiembre de 2020

La experiencia de convivencia fraterna entre los migrantes y los «parroquianos de siempre» es un hecho en la iglesia de Cristo Rey de Zaragoza. Su párroco, Samuel Pérez, habla para esta publicación  del proyecto ‘Koinonía’ en el marco de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que se celebra el último domingo de septiembre.

‘Como Jesucristo, obligados a huir’ es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2020 que se celebra el 27 de septiembre. Esta Jornada trata de poner rostro a las personas vulnerables “rescatándolas de las listas anónimas de cifras. Se trata de sensibilizar a la sociedad española para que asegure los derechos de la dignidad humana a toda persona obligada a desplazarse”, explican los obispos. 

Y precisamente este mensaje es el que ha hecho vida la parroquia de Cristo Rey de Zaragoza. Su párroco, Samuel Pérez Ayala, relata el proyecto que llevan a cabo desde ella, ‘Koinonía’: «Esta experiencia de hospitalidad parroquial va dando frutos significativos para nuestro barrio, con aguas renovadas, convirtiéndose en casa entre las casas y lugar de encuentro entre los vecinos de toda la vida y sus nuevos habitantes provenientes de muchas tierras». 

Poco a poco, ha surgido un fuerte grupo de personas: algunos, migrantes que fueron acogidos al llegar; otros, parroquianos de siempre, españoles que apuestan por vivir su fe con una comunidad abierta y acogedora. «Así nace espontáneamente el Proyecto ‘Koinonía'», explica Samuel, «una ‘excusa’ para cultivar esta cultura del encuentro mediante la participación de todos y con una sencilla meta común: dar color a nuestros espacios y recuperar los jardines parroquiales, con la ayuda de Shanty y Emilio, dos artistas del barrio que han puesto sus dones al servicio de este proyecto que busca generar una experiencia de integración real, de participación activa y de comunión fraterna.».

Los jardines se van restaurando poco a poco con la colaboración de muchos.

Ariel (nicaragüense) y Gregorio (venezolano) expresan su alegría por la buena acogida y por sentirse útiles. «Retribuimos a la comunidad lo que hemos recibido de ella», asegura Ariel.

Por su parte, Encarna, parroquiana, apunta que “es una experiencia preciosa y muy enriquecedora la de participar en la limpieza del templo y de los locales parroquiales y disfrutamos de la charradica al final mientras compartimos un refresco».

Excursión con el párroco, para buscar las piedras que decorarán nuestros jardines.
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