El papa Francisco sorprendía en la mañana del 8 de diciembre con un doble gesto: la visita temprana al monumento a la Inmaculada, en la plaza de España, donde tras rezar en silencio depositó un ramo de rosas blancas; y la convocatoria de un año especialmente dedicado a la figura de san José, que culminará con la fiesta de la Purísima del próximo año 2021.
Con este motivo, la parroquia de San Miguel Arcángel de Casetas (Zaragoza) encendió ese mismo día una lámpara votiva ante la imagen del Santo Patriarca. Tal y como relata su párroco, el sacerdote diocesano Ángel Arrebola, «la comunidad vivió hace un año el regalo por parte de las Religiosas de María Inmaculada (o del ‘Servicio Doméstico’), de una bella imagen de san José», confeccionada en los talleres salesianos de Madrid, y que tiene unos 150 años antigüedad. «Se trata de una feliz casualidad, afirma el párroco, la datación de la imagen coincide prácticamente con la proclamación del patronazgo universal de san José sobre la Iglesia universal».
Para Arrebola, celebrar este ‘Año de san José’ es «una oportunidad para poner al Santo en todo y para todo, recordando a los cristianos de Casetas que la santidad, tal como ha señalado el papa Francisco, no hay que buscarla lejos, sino al lado, en la cercanía de lo cotidiano».
¿Por qué este año?
Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra: con estas palabras el papa Francisco describe a san José de una manera tierna y conmovedora. Lo hace en la carta apostólica Patris corde, publicada con motivo del 150 aniversario de la declaración del Esposo de María como patrono de la Iglesia católica. De hecho, fue el beato Pío IX con el decreto Quemadmodum Deus, firmado el 8 de diciembre de 1870, quien quiso este título para san José.
Para celebrar este aniversario, el Pontífice ha convocado, hasta el 8 de diciembre de 2021, un año especial dedicado al padre putativo de Jesús. En el trasfondo de la carta apostólica, está la pandemia de Covid-19 que, tal como afirma Francisco, nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, ejercen la paciencia e infunden esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad. Como san José, «el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta». Y sin embargo, el suyo es «un protagonismo sin igual en la historia de la salvación».
El don de las indulgencias
La Penitenciaría Apostólica, de acuerdo con la voluntad del Papa, ha concedido el don de la indulgencia plenaria hasta el 8 de diciembre de 2021 en las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Papa) a todas aquellas personas que, durante este tiempo, vayan descubriendo el tesoro que supone san José en la vida de la Iglesia y la humanidad.
El decreto de la Penitenciaría recoge distintas acciones por las que se podrá lucrar estas indulgencias: meditar sobre san José, realizar obras de misericordia en su memoria, orar en familia, buscar o luchar por conseguir un trabajo digno, orar por la Iglesia sufriente.
Consuelo en la pandemia
El ‘Año de san José’ es una ocasión para dirigir la atención a los que sufren en esta emergencia causada por el coronavirus. El Decreto establece que «el don de la indulgencia plenaria se extiende particularmente a los ancianos, los enfermos, los agonizantes y todos aquellos que por legítimos motivos no pueden salir de su casa». Los que reciten «un acto de piedad en honor a san José ofreciendo con confianza a Dios las penas y las dificultades de su vida» podrán recibir este don «con un ánimo desprendido de todo pecado y con la intención de cumplir, lo antes posible, las tres condiciones habituales, en su propia casa o dondequiera que el impedimento les retenga».