La S.I Catedral de Tarazona acogió ayer una misa funeral por el eterno descanso de Mons. Carmelo Borobia, obispo de la Diócesis de Tarazona desde 1996 hasta 2004. A la celebración asistieron su hermana y sus sobrinos además del alcalde de Tarazona, concejales, el presidente de la Comarca de Tarazona y el Moncayo, así como numerosos fieles que quisieron darle un último adiós.
La celebración fue presidida por el obispo de Tarazona, Mons. Eusebio Hernández Sola, y concelabrada por varios sacerdotes diocesanos y miembros del Cabildo de la Catedral.
En su homilia, D. Eusebio recordó la cercanía de D. Carmelo y el afecto y cariño que sacerdotes y fieles le tenían por su carácter sencillo. «Nos entristece la muerte, pero desde la fe sabemos que es el abrazo de Dios y que realmente nos despierta a la vida», señaló D. Eusebio. «Despedir a un hermano en el sacerdocio, a un compañero, a un amigo, a un pastor nos proporciona cierta tristeza aunque creamos que la muerte es la seguridad del encuentro con Aquel por el que hemos vivido», añadió el prelado.
El obispo de Tarazona destacó el celo apostólico de D. Carmelo así como su vida entregada al servicio de Dios y cómo su carácter cariñoso y amable se hizo patente en las distintas visitas pastorales que realizó como obispo en las tres diócesis en las que sirvió, Zaragoza, Tarazona y Toledo, y que le hizo ganarse el afecto de todos los que vivían en su entorno.
También recordó su gran interés por la restauración de las iglesias de la Diócesis y, especialmente, la de la Catedral de Tarazona, de cuyas obras de rehabilitación fue su gran impulsor. «El que estemos hoy aquí se debe a su esfuerzo, empeño e interés. Gracias, Carmelo, por poder disfrutar de esta gran Catedral», señaló D. Eusebio.
El obispo aludió a la gran devoción que D. Carmelo tenía a la Virgen del Pilar, a quien hacía referencia su lema episcopal -«A ti me arrimo»- y que al haber sido enterrado en la cripta del Pilar ha visto cumplido.
«Se nos ha ido un hombre de Dios que quiso ser respuesta a los planes que el Señor tenía para él. Vivió para amar y servir a Dios y estaba preparado para volver a él», concluyó D. Eusebio.
Al final de la eucaristía, el deán de la S.I Catedral, Ignacio Tomás, dirigió unas palabras a los asistentes en nombre del Cabildo y como presidente del mismo para mostrar el agradecimiento hacia la persona de D. Camelo por todo lo que hizo por la Catedral y por el Cabildo, al que quiso «revitalizar». «Como le dijimos el día de su despedida, tenemos una gran deuda con D. Carmelo por todo lo que ha supuesto la Catedral para la ciudad de Tarazona y para la comarca puesto que es un importante motor económico. Agradecemos con esta eucaristía todos los dones que él nos dejo. Hemos rezado por él y los seguiremos haciendo como era su deseo».